Farsantes
(Artículo publicado el martes, 30 de mayo, en diarios de EPI PRESS)
Las cosas como
son. No todo en Cuatro está perdido. No todo en Cuatro tiene ese aire de cadena
sin fuste, sin definición, de cadena que da palos de ciego a ver si en una de
esas tira la cucaña y cae el maná, o de la calidad, o de la audiencia. En
Cuatro, lo juro por la tila que Rajoy
el desvergonzado recetó al senador de Podemos Ramón Espinar, no todo es First
dates, la flauta que suena tan fuerte que es el estandarte de la cadena.
Metido en una programación deslavazada, En
el punto de mira es un buen programa de reportajes de investigación con
reporteros salidos, la mayoría, de las faldas de Ana Rosa Quintana y su matinal. Es su productora,
Cuarzo, la que se encarga de poner en marcha la maquinaria, pero no quiero
ahondar en ese detalle por si empiezo a ver la mano que mueve esta cuna y se me
bajan las ganas de alabanza hasta el tobillo.
Fraudes
alimenticios, farmacéuticos, falsos médicos, tráfico de drogas, de animales que
no deberían haber salido de sus entornos, viviendas okupadas, en fin, una lista
atractiva que, por ahora, no sigue el rollo de Samanta Villar, obsesionada con todo lo que oliera a sexo y semen.
El último En el punto de mira que he
visto nos acercó al mundo de las falsas terapias alternativas para combatir el
cáncer. Ponía los pelos de punta. Llegaron al cabeza de una organización que
abandera una cosa llamada Bioneuroemoción y lidera Enric Corbera, un estafador al frente de una secta que promueve el
fraude sanitario en palabras del experto Emilio
Molina. El programa desveló el método con el que este emporio, con
instituto y todo en Rubí, convence a miles de personas. Asusta lo que se dice.
Y espanta que alguien por dinero no ponga límites a su capacidad dañina.
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