Dios y la tele
(Artículo publicado el sábado, 28 de enero, en diarios de EPI PRESS)
El papa de Roma
no ve la tele. Pero no porque en Roma el imperio de Silvio Berlusconi lo atormente, le denigre como denigra aquí a la
audiencia española que se deja denigrar, o porque el jefe de un Estado tan
rarito no tenga tiempo que perder en baratijas sociales que podía dedicar para
seguir rezando por los pecados del mundo, o para perseguir a los pecadores de
alto voltaje de su club, y el propio Francisco
sabe que en España queda un nido que ni frotando con lejía aclarará su cara
oscura, turbia y demoníaca que actúa en nombre de un dios bala, de verbena y
trabuco. Nada de eso. El buen Francisco no ve la tele justo desde el 16 de
julio de 1990 porque se lo pidió su dios. Sentí que Dios me lo pedía, dijo a
los periodistas de El País que lo entrevistaron hace unos días. Mola. No sé qué
hubiera sido de mí si un día, como el que no quiere la cosa, siento que la voz
de alguien, por dentro o por fuera, me dice que no viera la tele nunca más.
Jorge Mario Bergoglio, su nombre
entonces, cura llano, cumplió el deseo de ese ser. Y hasta hoy. Ha llegado alto
en la escala espiritual. En España, al contrario, los jefes de su club apuestan
por la televisión como arma de adoctrinamiento ideológico masivo, siempre a la
derecha, muy a la derecha del padre y de la madre, incluido Francisco, un
radical extremista. Y peligroso. 13tv lo tiene tan claro, y la Conferencia
Episcopal que la sustenta tan decidido, que de los dineros que le damos,
creyentes o no, anteponen la tele a Cáritas. 13tv se chupa más de 10 millones,
un agujero que aloja al periodismo cavernario –faltaba Carlos Herrera, y ya lo han llamado-, frente a los 6 para Cáritas.
Un sindiós. Si es que hay que querer a Francisco. El tío es un revolucionario
total.
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