Por culo
(Artículo publicado el martes, 17 de enero, en diarios de EPI PRESS)
En la cadena
Bedaya de Arabia Saudí, en el concurso para jóvenes Increase your credit, algo así como una guía para aumentar las
expectativas laborales, para ganar dinero y para ahorrarlo, uno de los
concursantes agarró por la cintura a otro, y simuló, con movimientos
exagerados, de broma, que mantenía relaciones sexuales con el chico. Oh. La que
se ha liado. Las redes se incendiaron. La escena perturbó tanto a la audiencia
que se pidió al gobierno que se prohibiera el programa por indecoroso, pornográfico,
por insultar a la religión –con un par de cojones-, por escena de una suciedad
insoportable, y por emitir –cágate, lorito- porno gay. No sé si el turbante les
fríe el seso a estos machos y ven cosas que nadie ve, quizá temiendo, o
deseando, que algún amiguito les levante la chilaba, el thawb, y los ponga
mirando a la Meca. ¿Porno gay? La hostia.
En Arabia Saudí
la homosexualidad no sólo es ilegal –hay que estar zumbados para ilegalizar lo
natural, algo así como si se ilegalizara tener los ojos de color caramelo- sino
que te puede costar la vida. El delirio de la ingenua escena de “porno gay”
llegó al estrambote de que la cadena ha hecho público que el concursante ha
pedido perdón por sus actos ante la
audiencia, ante la religión, y ante dios. En ese país, que podría echarse a la
calle por gilipolleces de este calibre, nadie se mueve por el sometimiento de
manera sistemática de la mujer, un cero a la izquierda, ni por el machaque sin
recato de los derechos humanos, ni por la falta de libertades, ni porque eso de
la democracia es una cosa del diablo. Pero son nuestros aliados, coño, y hay
negocios que atender. Al país del porno gay ha llegado Felipe VI. Ojo, majestad, que los beduinos la tienen muy grande.
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