Tele
come tele
(Artículo pubklicado el domingo, 8 de enero, en diarios de EPI PRESS)
Nada de león
come gamba, nada de perro no come perro, nada de no muerdas la mano que te da
de comer, no, nada de eso, ahora la cosa se pone tibia y es el tiempo de la
tele come tele. Hemos pasado, al fin, el Everest de la ñoñería y la magia
comprada a golpe de cartera, los insufribles villancicos, la música diseñada
para la tortura que ha invadido los centros comerciales, la noche de las uvas,
el día de las resacas, la fábrica de churros en que las cadenas han convertido
sus formatos más molones, desde el trío de chefs más todoterreno de La 1, que
lo mismo te presenta esta semana el concurso de cocineros de corta edad, que a
la siguiente te lo presenta con famosos o anónimos, o al revés, y por si no
hubiera bastante los visten de gala, con pajarita y todo, y los envían a la
puerta del Sol como se envía un batallón para librar una batalla, y es cuando
eres consciente de que Pepe Rodríguez
y Jordi Cruz en TVE, como Alberto Chicote en Antena 3, han dado
el salto y ya forman parte del circo, son carne de su carne, fábrica de churros
que hace de First Dates y de Carlos Sobera en Cuatro un pilar sobre
el que se sujeta la casa y todo gira a su alrededor –lo último, First dates: mi gran noche... vieja-. Imaginación
a raudales. Hemos sobrevivido a la mamarrachada de ver a Paz Padilla presentando la gala de los confetis y las matasuegras y
el cava barato y la alegría más triste, y hemos confirmado lo que sabíamos, que
esas galas con esos artistas de aluvión y plástico cutre parecen diseñadas para
que acabe uno odiando la música, o como haya que llamar a lo que sale por la
boca de Andy y Lucas, o Soraya, o
Gemeliers o David Bisbal. Cada año
igual, cada año un poquito más bajo en la escala de la exigencia, cada año más
ridículo todo, más casposo y aburrido, falso y decrépito, desganado y sin vida.
En las cadenas generalistas el pescado, ese pescado, apesta. Sin matices.
Aunque es verdad que cuesta hacer algo para una noche, la última del año, que
no sea farfolla para consumir sabiendo que apenas nadie está mirando la
pantalla después de las uvas.
La cara de Patiño
Claro que hay
que destacar el trabajo, siempre medido, serio, divertido, esperado, del equipo
de José Mota, que convierte La 1 en
la pantalla de referencia de esa noche. ¿Y nada más? No. Este año me he fijado
en Feliz Año Neox, de la órbita de
Atresmedia, que ha traído el esperado regreso del mítico Homo zapping, programa emitido en Antena 3 desde 2003 a 2007,
programa que lanzó a Paco León con
sus parodias memorables de Raquel Revuelta, que a su vez
presentaba, con el culo, todo hay que decirlo, con el culo, Estrenos de cartelera, y de ahí sus
vibrantes y desternillantes recreaciones. Pues bien, el especial Homo zapping en Neox lo vimos la noche
antes de Nochevieja, una costumbre de la cadena, que lleva años celebrando las
pre-uvas el día antes del jolgorio mundial. El programa Feliz Año Neox, además del colofón para recibir 2017 un día antes,
y hacerlo con gracia, emitió un capítulo de The
Big Bang Theory, rara y atractiva
galaxia de bien armados personajes con diálogos cargados de ironía y talento.
¿Qué vimos en el especial de Homo zapping? Si me apuran casi fue un guiño a la
competencia, a Telecinco. Ni que decir he que me gustan más Las Campos de Neox que Las Campos de verdad. Las Campos de Neox me hacen reír. Las Campos de Telecinco me dan una
pereza infinita. Lleva la cadena dos semanas, sin exagerar, estrujando la
pringue de esa patochada. Los colaboradores de la cadena, todos, en tromba,
analizan cada segundo de emisión, cada frase, cada gesto de Maritere, la mari jefa del clan, y las
frases bomba de sus retoñas, que a su vez se convierten en gasolina en el plató
de Sálvame para que Mila Jiménez saque su papel de burra, María Patiño pueda seguir esculpiendo
una de las caras más raras de la tele por hacer como que se toma en serio, con
intensa honestidad, la mierda con la que trasiega, y todo quede en casa, es
decir, tele come tele.
Indigesto Yak-42
Es así en todas
las cadenas porque es el medio quien lo propicia. Ningún otro, ni radio ni
periódico, es tan parodiable, tan caníbal, tan coprófago, tan ególatra y
ensimismado. La tele abastece a la tele. Telecinco lleva esta ley al paroxismo.
Los programas de imitadores, desde Tu
cara me suena al especial de Mota, o el mentado Homo zapping, se nutren de rostros que nos machacan desde la
pantalla, sea la pareja de saltimbanquis formada por Alaska y el absurdo Mario
Vaquerizo –tienes más pluma, le decía Javier
Quero imitando con excelencia al campanudo Bertín Osborne, que el edredón de King Kong-, sean los políticos
que más sacan en pantalla. En todos, tele come tele. Y por si faltara algo,
Internet se ha convertido en campo minado para frikis de todos los colores. Hay
uno que me da tiricia de una manera especial. Se llama Aless Gibaja. Es una cosa así, repelente, tontita, súper imbécil y
tal. El tipo hace el canelo sin pudor ni vergüenza, poniendo caras terribles, y
hablando muy raro tratando de articular cuatro majaderías. A semejante mente en
barbecho la han cazado para entrar en Gran
Hermano VIP, mojón de Telecinco, prueba fehaciente de que tele también come
caca. Y algunos espectadores, a boca abierta, dispuestos a consumir el detrito
con voraz contentura. Es lo que desea TVE, que persiste haciéndonos comer
manipulación como si nos diera tajadas de carne de primera –habla de informativos
independientes en sus promociones-, pero
a casa sólo llega el hedor de la falta de respeto por la audiencia y la
bajada de braguitas ante el Gobierno del PP. El tratamiento informativo sobre
el informe del Consejo de Estado hablando de responsabilidad del Ministerio de
Defensa –con Trillo al frente- en el
accidente del Yak 42 en 2003 con 62 militares muertos ha puesto de nuevo en
guerra a periodistas de la casa, a familiares, y a la audiencia. No daba
crédito el día 3 cuando la noticia saltó a la calle. La 1, fuera de titulares, la
enmarañó entre pamemas de reyes magos y otras fruslerías. Un asco. Imposible
comer esa tele sin cortes de digestión.
La guinda
La cabalgata
Se ponen tontitos. Ñoños a más no poder.
¿Cuántas veces dicen los presentadores de este tedio magia, ilusión, noche
mágica, y otras dulzuras que empalagan a grandes e idiotizan a los pequeños?
Las teles públicas se volcaron en la cabalgata de los Reyes Magos. Citemos a Roberto Leal y Marta Solano en La 1 como paradigma de cursilería. Para redondear
el día, la gala Reyes y estrellas,
con Mar Saura. Ay, señor.
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