Los
pilares de la tele
(Artículo publicado el domingo, 29 de enero, en diarios de EPI PRESS)
Las tres grandes
cadenas, por acotar la historia, nos tienen acostumbrados a darnos dos, cinco,
o veinte tazas de caldo si por un casual probamos una y no la arrojamos con el
mando a distancia al rincón más oscuro de la casa sino que la acogimos con
gusto, sin saber que se nos revolvería hasta convertirse en una pesadilla. Por
eso hemos llegado a este punto. La 1 se ha vuelto loca con todo lo que rodea a
las recetas, a la cocina y los cocineros, a la comida y al fomento de ese
mundo, que ya empieza a tocarnos la nuez. Hasta en el Telediario, con cara de Trump
ha hecho una de las suyas, Ana
Blanco, seria como una cazuela de gambas sin cayena, te suelta que en Masterchef no sé qué niño fue despedido
entre lágrimas, o que “esta noche sabremos quién es el ganador de la edición de
Masterchef Junior”. Ya se han soltado
de manos. Los vaivenes internos de un espacio de entretenimiento han escalado
el sumario del noticiario principal de la tele pública de forma tan natural
como depredadora. Lo de Masterchef,
da igual si es para escolares, para famosos, o adultos anónimos, le ha dado la
vuelta a la paciencia. Por si fuera poco, por si no tuviéramos bastante con el
programa, tenemos a Jordi Cruz
anunciando yogures, a Pepe Rodríguez pastas,
y a Samantha Vallejo tomate en lata,
yo qué sé. ¿Estos no eran cocineros? ¿Cuándo cocinan, si no salen del plató?
¿Termina ahí el amor de TVE por los fogones? Al contrario, va en aumento. España directo, como sabemos, y a pesar
de que ahora está loquito con el temporal, echando a sus reporteros y
reporteras a los puertos de montaña, a las calles más ventosas y a las ciudades
más gélidas para que nos cuenten que hay nieve, que hay viento, y que la
sensación es gélida que te cagas, siempre tiene tiempo para meterse en el
restaurante de turno y cocinar en un pis pas. ¿Falta algo? Pues sí, el programa
de recetas clásico. Y para eso están los cocineros Sergio y Javier Torres, Torres en la cocina. Hasta en el informativo
sobre medio ambiente, Aquí la tierra,
hacen lo mismo.
Folclórica religión
Finiquitado Masterchef, por ahora, La 1 no puede
prescindir de la columna sobre la que ha montado a Eva González, su presentadora de cabecera, que empieza a brillar
más que la clásica Anne Igartiburu.
Muerto Masterchef, viva El gran reto musical –los lunes, como
también anunció esta semana Ana Blanco en el Telediario principal de la cadena-. Sin contemplaciones. Una pavada.
O sea, confirmación de lo que pensamos y venimos diciendo desde hace tiempo, que
a este país lo están convirtiendo en territorio programado de cocineros,
cantantes, futbolistas, o tronistas de polígono. Y con el moño bien alto para
recibir a los de siempre en platós intercambiables que se desmontan en lo de Paolo Vasile y su Telecinco pimpante y
al segundo se montan en la tele pública, con las caras de siempre y sus gestos
de siempre y sus tontunas de siempre, y por eso se ha abierto un mercado en el
que siempre trasiega Santiago Segura,
Falete, o Pitingo, que en el nuevo programa de La 1 tratan de acertar quién
canta la música que se oye. No hay mucho que decir. Entretenimiento de rancho
militar trasnochado por mucho brillo y relumbre que tenga el “maravilloso
plató”, según Eva, que ha dejado a los copleros de Canal Sur sin su juncal
figura, pero también en esa tele lo tienen claro, no pueden bajar la guardia.
Muerta un poquito Eva González en la tele andaluza, que viva María del Monte. Si antes era la copla,
ahora son las sevillanas. La cuestión es no dejar de tocar las palmas, de abrir
la boca, cerrar los ojos, darle a la guitarra, y hacer un bucle de la
programación donde el cante, el baile, y la folclórica religión no paren un
momento. Es una pesadilla, créanme. Igual que cuando pones Telecinco sólo ves a
un Gran hermano despatarrado en el
asiento y a un familiar en el plató gritando algo, o a una de Sálvame chillando como una mona, en
Canal Sur siempre te sientes acorralado por alguien que te canta algo. Es su
columna vertebral.
Los gritos de Manel
El empacho de
ver siempre lo mismo, con apenas variaciones sobre idéntico tema, como decía al
principio, es cosa de todas las cadenas. Lo de Telecinco, o Cuatro, es fácil.
Si te paras en el esqueleto de su parrilla, en los pilares que sujetan su
programación, le das la vuelta con facilona burla y desgana si no formas parte
de su feligresía porque en pocos segundos compruebas que el mundo Sálvame te es ajeno y la selva de Gran Hermano te pilla tan lejos que si
alguna mañana recalas en el reino de Ana
Rosa y certificas que allí también dedican tiempo a semejantes bolsas de
basura te hundes y tardas en volver a esa geografía de la infamia y la
abyección televisiva. Y si por casualidad abren la mano y se olvidan de esos
pilares, acuden a la era trillada del cazatalentos. Y te sale el Got talent por la curcusilla del ojete.
Y te rindes cuando ves, otra vez, una vez más, a Jorge Javier en su faceta de jurado al que le importa una breva lo
que allí pasa, a una Eva Hache en
caída libre, a un Risto Mejide que
se pone la máscara del personaje pero está deseando de que termine de una vez
la pasarela de los fenómenos de barraca. ¿Quién ganó el Got talent de la anterior temporada? Pues eso. Son programas
clínex. Se usan, se tiran, nada cambia. Antena 3 ha diversificado más su
sustento, es innegable. Sólo hay que ver la parrilla de la tarde, donde se
suceden nada menos que dos series y dos concursos. Pero lo de Tu cara me suena está empezando a
empachar porque está estirando su presencia más allá de lo aconsejable. De
hecho cuando veo a Manel Fuentes
gritar –Manel sólo grita, para todo, en todo momento- anunciando que ya se está
seleccionando al grupo de anónimos que quieran concursar en Tu cara no me suena todavía, me echo a
temblar. ¿Cuántos cocineros, cantantes, folclóricos y tronistas soporta un país
razonable? No lo sé, dice Rajoy, que
nunca sabe nada, aunque sí que la lluvia bajará el recibo de la luz, pero esa
sí que es otra historia.
La guinda
Bimba
La mugre de algunos corazones se ha
revelado esta semana con la muerte de la modelo Bimba Bosé, de 41 años. Él exceso de veneno y odio gratuito se ha
disparado no sólo contra ella sino contra su tío, Miguel Bosé –el columnista Antonio
Burgos escribió suciedades que sólo pueden salir de una mala persona-. Se
han escrito frases en la Red que avergüenzan y destapan una España atroz que
pone los pelos de punta.
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