Canta, canta
(Artículo publicado el sábado, 14 de enero, en diarios de EPI PRESS)
Rodeados por
concursos baratos para dar con la luz del talento canoro, llega el teatro y le
da la vuelta al pollo, le retuerce el pescuezo, y sale una obra brillante que
mezcla el aire de la tele y las historias que vimos en el cine en nombre del
terror. En La mejor canción del mundo –La Rambleta, Valencia-, de Jaime Pujol y Diego Braguinski, con dirección del actor y dramaturgo Jaime Pujol,
todo lo que ocurre en escena es familiar, el espectador tiene múltiples referencias
musicales, visuales –destacable trabajo el que firma el cineasta Josevi García Herrero, culturales en
general, para dejarse llevar por una historia dramática –los personajes,
interpretados por Víctor Lucas,
responsable del apartado musical, el propio Braguinski, María Zamora, Mamen Mengó,
y Paula Braguinski, tienen que
componer, bajo amenaza de muerte, la mejor canción del mundo en 24 horas-,
historia dramática que sólo el amor es capaz de endulzar.
Ágil, divertida,
con excelentes interpretaciones, La mejor
canción del mundo se monta con un sentido de la austeridad admirable al
servicio de una trama que por momentos es tan hilarante como adictiva. La
grandeza del talento de la compañía Ornitorincs en esta función es hacer de lo
popular, de las referencias cotidianas que maneja el ciudadano medio, un
espectáculo de altura sabiendo que ese espectador, quizá cansado de que lo
tomen a chufla como mero consumidor de productos clínex, es cómplice de una
acción que espera hasta el momento final para dar la campanada, una sorpresa
que nadie adivina pero que… hasta ahí puedo decir. Si La mejor canción del mundo va a su ciudad, no lo dude, véala. Verá
de otra manera los concursos musicales de la tele.
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