Maldita
navidad
(Artículo publicado el domingo, 25 de diciembre, en diarios de EPI PRESS)
Conforme nos
hacemos mayores es más frecuente escuchar a más gente decir que no, que estas
fiestas no me gustan. Pero la mayoría, los que pueden, señor Rajoy, los que pueden, se tiran al
marisco como si no hubiera un mañana. Este año tengo dos recientes, las últimas
poderosas razones, para detestar estas fechas. Hay ausencias tan gordas que
ningún Gordo de la navidad ni langosta fresca suplirían, es más, en esta
maldita fecha se multiplica el dolor, se agranda la herida, y lo que has
avanzado en la despedida se viene abajo y te ves como al principio, hipando por
los rincones. Maldita navidad. Los medios, y la tele en
particular, han ido creando, desde parámetros en exclusiva económicos, el
mensaje de que la navidad es la época de las reuniones familiares, de la vuelta
al hogar, del turrón con el que mamá te recibe cuando abre la puerta y te
aprieta entre sus brazos al regresar a casa como, como estudiante, como emigrante,
sí, ministro Dastis, nada de viajes
de espíritus inquietos . Cuando en estas fechas veo que la tele se pone tonta
con la historia de la navidad, me pongo loco. Cuando veo que se pone ñoña, me
pongo fiero. Quitados los casos concretos, personales, que pueda haber este
año, que usted pueda compartir, o arrastrar de otros años, la navidad me da
igual. De verdad. Pero soportar la ñoñería a la que nos someten, me supera. La
otra tarde, en la 1, en España directo
–prometo por mi conciencia y honor que aún se emite-, Roberto Leal, que lo hace muy bien, sin duda, con una jovialidad
espontánea, nada envarada, con su pizquita de humor y retranca, cerró el
programa colocando figuritas del belén navideño que se ha montado en el plató,
con sus ovejitas, conejitos, pastorcitos, vaquitas, y hierbecita. La leche. No
sin antes, no olvidemos que estamos en España
directo, hablar del tiempo y de visitar restaurantes o dar recetas de todo
tipo de comidas. Y de cantar villancicos a la virgen María en un pueblo
malagueño, Casarabonela, en la Sierra de las Nieves.
Peces en el río
La tontería, y
el montaje, y lo falso, y lo grotesco, y la vergüenza, llega con otro espacio
de corte parecido, Andalucía directo,
que veo al visitar a un familiar que ha elegido, por encima de cualquier otra
cadena, a Canal Sur como animal de compañía. Canal Sur se vuelve majara por
estas fechas. Créanme, es insufrible. El Roberto Leal de Andalucía directo es Modesto
Barragán, que a veces va dando paso a conexiones de una futilidad
insultante, como cuando la reportera de la redacción de Almería se va a Tíjola,
por el Valle del Almanzora, y arma una crónica con cuatro vecinos que cantan al
lado de una hoguera hecha con palés “pero mira cómo beben los peces en el río,
pero miran cómo beben por ver a dios nacío” –que sí, que sí, que esto se canta
todavía en mi tierra sin que la gente esté borracha- mientras ella le planta el micrófono a un tal
Manolo, que trata de explicar no sé
qué sobre no sé qué fiestas de santa Lucía. Un sindiós. No hay duda, Andalucía
sigue siendo, fomentado con un descaro indignante por su tele pública, la
tierra de María Santísima. El guitarreo, las palmas, las saetas, las romerías,
las vírgenes y los cristos, y ahora los rancios villancicos, esculpen con mimo la
imagen que luego molesta tanto de una tierra festivalera, sacristana y rancia y
con un arte que no se puede aguantar que sería capaz de matar por sus santos y
su niño dios. Maldita navidad. Por si faltara algo en estas fechas, hasta la
Corona se pone estupenda y saca al rey para que nos dé la cena de Nochebuena
con un discurso que nadie escucha, que a nadie en casa interesa, y que los
medios se toman muy en serio porque al día siguiente, escrutando en el texto,
el Telediario lo divide en bloques,
economía, paro, terrorismo, partidos, en fin, más de diez minutos de sumario
resaltando obviedades y simplezas de Felipe
VI, que tuvo a bien retratarse con su familia hace unos meses para que Ana Rosa Quintana, la tertulia del
corazón de María Casado en La mañana de La 1, o las Amigas y conocidas de Inés Ballester se descuernen analizando
cada pliegue de la sonrisa o la dureza del gesto de la reina Letizia Ortiz, una foto de familia real
deseando a los españoles felices fiestas, feliz Navidad. Maldita navidad.
Y también falaz
¿Falta algo?
Claro, coño, Raphael. Y el puto
tamborilero. En su lugar, como tocaba, ya que La 1 lo tiene claro, Miguel Bosé. Especial de Miguel Bosé.
Un año, uno. Otro año, el otro. Y así la granja no se solivianta. Conservador
un año, progresista al siguiente. No creo que sea la razón, de verdad, porque
añadiría más hilaridad al estupor. Sí, claro, dirá el gerifalte de turno,
también hay especiales navideños de Dani
Martín y de la italiana Laura
Pausini, que tirando de imaginación ha montado un repertorio que me pone
los pelos del sobaco de punta por su atrevimiento vanguardista. Escuchen.
“Jingle bells”, “Blanca navidad”, “Feliz navidad”, “Adeste fideles” y hasta
“Noche de paz”. ¿Cómo se han quedado? Quizá haya que traer aquí y ahora el
vídeo que por su cuenta, al margen de las televisiones, ha grabado Antonia San Juan, que ha hecho un
retrato distinto de estas fiestas, que por supuesto la mayoría, pero muy
mayoría, viven ajenas a su razón de ser, es decir, unas fiestas religiosas que
han quedado en unas fiestas para honrar, mejor, al dios del consumo. Llama a su
trabajo Navidad falaz, y así es, puro
engaño, falsedad y ñoñería a raudales para encubrir el insoportable hedor de la
manipulación sentimental al servicio del engranaje económico. Hasta a los de
First dates se les va la pinza y
emiten un First dates Christmas y los zumbados de Cuarto milenio zoom se ponen estupendos
y se hacen preguntas del tipo ¿cuándo nació Jesús?, ¿qué fue la estrella de
Belén? ¿por qué hay etapas de la vida del Mesías de las que apenas se sabe
nada? Íker Jiménez, payo, cómete un
polvorón y habla al mismo tiempo a ver si esturreas la bola, y luego te
entretienes explicando su misterio. En fin, el Gordo no suple a nadie, pero un
año más ha pasado de largo, el muy cabrón. Maldita navidad.
La guinda
Vale, y La voz
Esta semana no sólo terminó Velvet por todo lo alto –con bodorrio,
claro- sino que lo hizo La voz, una
pachanga para descubrir talentos que se comerán al mundo, pero que sus bocados
apenas notará nadie. A Telecinco le importa la música y los artistas como a mí
Telecinco. A ver, en serio, ¿quién recordará, dos días después de haber ganado La voz, el nombre del ganador? Es más,
¿quién ha ganado?
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