En barrena
(Artículo publicado el martes, 10 de enero, en diarios de EPI PRESS)
Es verdad que me
sienta como una patada en el hígado, que el tipo no me hace tilín, que no soy
devoto de sus payasadas, que no me lo creo, que ni chispa de gracia, que el
señor Santiago Segura no es artista
que me conmueva, que no pagaré un euro por verlo en el teatro, que dejé de
pagar por ver sus “torrentadas” en el cine, y que aunque sea gratis, si sale en
la tele lo evito porque me sigue pasando lo mismo, que no me lo creo, que es un
tipo listo que se ha construido un personaje que a mí, de verdad de la buena,
no sólo no me llega sino que me resulta artificial, corto, con esa sonrisa lela
y esos dedos en uve en cuanto ve una cámara, y esa jeta adusta en cuanto el
foco se apaga. Que no. Creo que la cosa está clara. Es verdad que don Segura me
sienta como una patada en el hígado, ojo, siempre quiero aclararlo. Hablo del
personaje que sale en la tele. El ciudadano Segura me es tan indiferente como
las pulgas del perro de mi vecino.
Pero es que lo
pone a huevo para seguir hablando, mal, de él. Decía el otro día la señora Irma Soriano, sentada en Sálvame, moqueando por la emoción, que a
sus hijos les dice que “mamá está donde hay trabajo”. Se lo decía –según leo en
una web de televisión- yo creo que para justificarse ante ella misma, ante sus
hijos, y ante sus amistades, por haber dicho sí a la infame llamada de Gran Hermano VIP y aceptar –el domingo
echó a andar la nueva edición, sin apenas tiempo de haber fumigado la casa para
hacer respirable el aire tras el paso de los anteriores inquilinos-. Cada cual
tiene sus razones para entrar en ese corral tan poco higiénico para la mente.
Pero Irma sabe, por eso se justifica, que no es un orgullo. ¿Qué hacía Segura
en Sálvame contestando al polígrafo? Vamos,
vamos.
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