En tanga
y a lo loco
(Artículo publicado el domingo, 13 de noviembre, en diarios de EPI PRESS)
Esto va genial.
Tenemos Gobierno, tenemos Rajoy el
Invencible para la eternidad, el majara Donald
Trump puede pulsar el botón nuclear, los magacines siguen buscando a Diana Quer, Ana Rosa Quintana aparece tan cardada como de costumbre, en Mar de plástico cuesta distinguir quién
es Luis Fernández de su personaje,
Salva Morales, el guardia civil más chulo al otro lado de los invernaderos, Ana Blanco no piensa cambiar jamás de
peinado así pasen por su mesa las cabezas de todos los directores de TVE que
fueron, son, y serán, pidiéndole que lo haga, Jorge Javier Vázquez prometió no respirar más hasta que Change.org
revocara con otra petición pública la recogida de firmas que pide que lo
larguen de GH, cosa que a mí me
parece justo, así que firmo para que Jorgeja siga al frente del tinglado porque
con él, según parece, al tinglado le quedan dos telediarios, sin duda terribles
y aterradores, dicho como lo dice Pedro
Piqueras. Los de Hazte un selfi,
por muy blanca que tenga la sonrisa Uri
Sabat, por mucha Adriana Abenia
que hayan puesto al lado, no levanta cabeza, y es una cosa testimonial que
hunde, más, la sobremesa de la cadena. Susana
Griso cuelga sus arreos de periodista política y enseguida se echa en
brazos de Nacho Abad y su cargamento
de violadores del ascensor, del aparcamiento, del asesino de Pioz, el joven
brasileño Patrick Noriega que se
cargó de una tacada a sus tíos y a dos primitos, una tregua para alargar, más,
los casi dos meses de culebrón en torno a la desaparición de Diana cuyo móvil fue encontrado por un
mariscador que buscaba berberechos próximo a la autovía en Boiro, cerca del
muelle de Neixón. Qué putada, qué gran putada, querida Ana Rosa, que la brigada
judicial de la guardia civil le haya prohibido a este vecino hablar con los
medios, con lo bonito que quedaría un reportaje justo en el lugar donde, oh,
maravilla, encontró el iPhone 6 de la chica.
Todo en orden
El país, al fin,
funciona, todo va según lo previsto. TVE sigue manipulando, Antonio García Ferreras habla más que
sus colaboradores, se ha abierto juicio oral a Manuel Chaves y a José
Antonio Griñán, ex presidentes andaluces, que se sentarán en el banquillo
con los ERES quemándoles el culo, y la segunda temporada de Víctor Ros volvió a La 1tan discreta
como se fue, y eso que su protagonista, Carles
Francino, lo está dando todo tal como vimos en el primer capítulo, que
enseñó tetera y lomos como lo hacían alegres los chicos de Al salir de clase. Está todo tan en su sitio que hasta La generala,
otra que nació para vencer las tempestades, mantenerse a flote, y ganar las
batallas en directo o en diferido, es capaz de echarse al monte para tener
conversaciones profundas con la puta cabra de la Legión, que Mariloli Cospedal es muy suya y sabe
cómo empezar la casa por los cimientos. Está todo tan en orden que hasta el
senador de Podemos, Ramón Espinar, otro
revolucionario de guapura descuidada, el del pisito de protección oficial que
al venderlo ganó 19.000 euros, ya sabe lo que es tener en su nuca el hedor del
loco aliento de Eduardo Inda. Total,
a lo que voy, que los de Super Shore
están donde tienen que estar, en la casa marbellí de la Costa del Sol, en la
pantalla de MTV, follando como locos, de fiesta hasta el amanecer, y bebiendo
como si no hubiera un mañana. Super Shore
es ese tipo de programas que no hace falta saber ni el antes ni el ahora, ni el
nombre de unos ni de otras, ni sus cualidades ni sus manías, sólo hay que
ponerse ante la pantalla y comprobar cómo la degradación humana puede alcanzar
cotas tan elaboradas en esta parte de mundo con tan alegre desparpajo.
Semen y bíceps
Es verdad que
esta gente no engaña a nadie. No hay ni trampa ni cartón. En la casa que los
acoge se muestran como se espera que se muestren, dando espectáculo, que el
espectador elige agradecido o rechaza asqueado. O peor, aburrido. En esta
especie de desenfadado burdel con cuerpos esculpidos y cabezas bañadas en
ginebra, hay rutilantes estrellas que hacen su agosto por discotecas de
polígono que nacieron en las cocinas de estos bárbaros productos que tienen la
cualidad de retratar no sólo a quien los hace sino a quien los consume. En este
contexto de mercadillo catódico oigo las conmovedoras declaraciones de un
espécimen llamado Rafa Mora, de los
fogones más inmundos de Mujeres y hombres
de Emma García, que dice que no se
dedica al porno, noble salida para estos verracos, porque “no calzo bien para
esto”. No puede ser. Ahora resulta que este duro ejemplar la tiene chica. A Jorge Javier le conmueve tanta
sinceridad, y yo, viendo la escena, sensible por demás, he de retirarme la
lágrima que humedece mi mejilla, sniff. Políticos así necesita este país. No
que tengan el rabo de críos, no, sino que digan la verdad como los gañanes de Super Shore, como una de las señoritas
de esta camada, que asegura que “no necesito ir de cama en cama para destacar,
no soy una guarrilla”. Dice Laura Abril,
directora de MTV, que entienden que es un programa polémico, pero que hay que
pensar que es sólo un entretenimiento que retrata la vida de unos jóvenes. No
pretendemos ser referencia ni referente para nadie, concluye. Pues esa es la putada, que sí, que son referentes y
referencia para muchos jóvenes, querida Laura. Estos tipos, empapados en
alcohol y con el trabuco siempre cargado, y esas tipas, que salen de casa de
caza, arreglan sus problemas a voces, a puñetazo limpio, primates que marcan su
territorio con orines, semen, y bíceps. Claro que son referentes de
conducta, de valores. Claro que Super Shore entroniza la vulgaridad, lo
zafio, y propala la idea de que el joven, chica o chico, se levanta a las doce,
se maquea, y su único problema es dilucidar si monta el pollo en casa o en la
disco, vestido, o en tanga y a loco. No es lo peor. Los de Super Shore se ganan unos euros tocándose la flor. Su audiencia ni
eso. Y otra cosa. ¿Sigue Ferreras
encerrado en el plató conectando con Pastor?
Qué familia, la hostia.
La guinda
Puta feliz
Lo dijo antes de morir.
Cuando muera, que esparzan mis cenizas en el Parque del Oeste, en Madrid, donde
fui una puta feliz. Así lo escribió La Veneno, estrella trágica de la tele que
la parió, aunque nació como Joselito
en Adra, Almería. Pepe Navarro la
encumbró y ella sola se perdió. El otro día moría de un golpe en la cabeza que
se dio en su propia casa. Tan inocente como ordinaria y vulgar, Cristina Ortiz no fue feliz. Se le
notaba.
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