Niños desechables
(Artículo publicado el martes, 22 de noviembre, en diarios de EPI PRESS)
Viendo el sábado
en La 2 La noche temática no tenía
cuenca para que mis ojos no se salieran desorbitados. No creo que tenga que ver
con mi edad, que me pone sensible. En EEUU es posible adoptar un niño y más tarde
poner un anuncio y deshacerse de él, o sea, traspasarlo como una mesa que no
gusta, un sofá envejecido, una lavadora antigua. La cosa tiene un nombre
rimbombante, yo creo que para que las cabezas no estallen de vergüenza y los
legisladores puedan seguir a lo suyo, mirando sin remordimientos a otro sitio.
La cosa se llama reasignación de hogar, es decir, la re adopción. La
transacción es fácil. Un cortijo tiene más trámites para pasar de usted a mí
que si me traspasara a un nene. Con que un abogado firme la transferencia
parental es suficiente. Su hijo es mío al instante. Todo legal. En cuestión de
minutos.
La entrega de La noche temática se llamó, con toda
crudeza y razón del mundo, “Niños desechables”.
Ver a estos críos de diferentes edades, incluso adolescentes de 15 ó 16
años, contar a cámara su experiencia, su dolor, su desolación y desesperanza
porque hay algunos que han estado en tres, incluso en cuatro familias
distintas, transferidos gracias a anuncios en Facebook o mediante empresas
dedicadas a este mercado, te deja en un estado de perplejidad del que te cuesta
salir. Uno de los momentos más dramáticos, más delirantes y más turbios vividos
por los asistentes como se vive un día de feria fue la organización de un
desfile, con pasarela y todo, de chicos y chicas a transferir ante las familias
interesadas en ellos. Hay catálogos con el material expuesto. Todo legal. Todo
inhumano.
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