Una
de sardinas
(Artículo publicado el sábado, 14 de junio, en diarios de EPI PRESS)
Por momentos, viendo
Chiringuito de Pepe, lo lógico sería
decir El chiringuito de Pepe, pero
entonces colisionaría con El chiringuito
de Jugones, que emite La Sexta, y de hecho andan en líos a cuenta del
nombre, digo que viendo ese chiringuito de Telecinco –más de cuatro millones en
el estreno-, tuve la sensación de ver en Santi
Millán, como el famosísimo chef Sergi
Roca, a un estirado Alberto Chicote
que llega a la cocina de ese merendero de playa –bellísimo Peñíscola- y se
espanta ante el aceite revenido de la freidora, y ante la limpieza en general y
el concepto de verduras y pescado fresco que manejan los dueños, para reflotar
el negocio, estancado en sus platos combinados del año de Maricastaña.
Ese es el meollo,
lograr ese reto antes de seis meses, y por eso el tal cocinero dejó en la
capital su sofisticado restaurante y su cocina de vanguardia. Payasadas, viene
a decir el actual dueño, un Jesús
Bonilla al que lo sacan con un peluquín porque sí, quizá para caricaturizar
más su ya estrambótica facha, lo que la gente quiere es una tortilla de
patatas, no que se la deconstruyas. Anda también por el reparto Blanca Portillo, siempre grande,
brillante, una de esas actrices que sabe decir, estar, mirar a cámara, que haga
lo que haga parece que lo hace la mujer, no la artista. En este chiringuito ya
están trazadas las tensiones amorosas, de los grandes y de los pequeños, las
venas de la trama, la arquitectura de la comedia. Todo es previsible, pero se
deja ver. Al final, marcharán los espetos, tan ricos. Porque no lo olvidemos,
es un chiringuito. Al tiempo.
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