Son
millonarios
(Artículo publicado el sábado, 7 de junio, en diarios de EPI PRESS)
El millonario
que salió en Millonario anónimo tal
vez lo sea porque ha trabajado muchísimo, y lo digo sin ironía, lo creo de
verdad. El millonario Diego Suárez,
el primero del programa del jueves en La Sexta, es el dueño de un emporio
dedicado a las bebidas del lujo, un iluminado de clase humilde que entendió a
la perfección el espíritu de los ricos, y a ellos se dedicó porque los ricos
necesitan demostrarlo, sentirse únicos, elegantes, y por eso Diego se inventó un
cebo sofisticado, extravagante y hortera, y salió Vin Doré 24K, es decir, vino
espumoso espolvoreado de oro. Vaya tela. La broma puede costar cerca de 2.000
euros, así que a bebida exclusiva no le gana nadie. Sobre esta esperpéntica
cara de la condición humana, Diego Suárez se hizo de oro con el oro.
En Millonario anónimo, el millonario
desciende a la vida y necesidades más pedestres. Y convive con enfermos,
dependientes, familias sin recursos, es decir, carne de ONG. El objetivo no es
claro. ¿Es para que los millonarios descubran que sus negocios van bien, como
dice Rajoy, pero esa miel no llega
ni de lejos a la gente común? ¿Es para que los millonarios suelten la guita que
el Gobierno no suelta y tapen agujeros antes de volver a sus vidas exclusivas?
Da igual. Millonario anónimo apela al
sentimiento, y aunque me ponga de mala leche, funciona. Seguro que estos
millonarios, como decía, han trabajado muchísimo. Pero a mí me gustaría que
estos programas no existieran. ¿Qué tal si las grandes fortunas pagaran en
relación a lo que tienen? El informe de Intermon Oxfam es demoledor. Pero Montoro se parte de la risa.
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