miércoles, 3 de julio de 2013

Maldeojos. Pecador



Pecador

      No me hagan bromas, que en cuanto alguien dice pecador se traviste de Chiquito de la Calzada y añade “de la pradera” sin pensarlo, e incluso puede dar saltitos poniendo caras. No me hagan bromas, que hablamos del arzobispo de Madrid. Lo veo en todo su esplendor con el ataharre de los domingos en un publirreportaje que La 2 dedica ese día a su negocio. En verdad en verdad os digo, caros lectores, que la cosa es excesiva. Se suceden los programas aunque todos guiados por un solo fin, el dios de la propaganda. Gratis total. El día del Señor, Testimonios, y La Santa Misa. Me quedo con la última. Es en la Almudena, en la catedral. La realización es solemne, envarada, de planos largos y detalles arquitectónicos. Hasta que entra en escena Antonio María Rouco Varela
  
      No llevaba las gafas negras del obispoflauta manifestante sino las manos recogidas del piadoso. Qué gran espectáculo, qué hermosas palabras, qué gran coro catedralicio, qué mal canta Rouco, y qué cosas rarísimas decía. Decía que su iglesia era la iglesia de los pobres, pero yo sólo veía una empresa boyante, incluso ostentosa en su afán de enseñar sus oropeles y su poder. O sea, palabrería. Hubo otro momento cumbre en ese teatro de la fe televisada en el que pensé que al fin la realidad se impondría a la ficción. Cerremos los ojos, dijo el oficiante a los congregados, y hagamos recuento de pecados. Me quedé petrificado. Pensé que no habría horas para la emisión y que La 2 los dejaría allí con los ojos cerrados porque es aburridísimo un plano fijo con el careto de Rouco. Qué tonto. A los tres segundos abrió los ojos. Está en el guión, pero no significa nada. Rouco es un pecador de la pradera. Él lo sabe. Todos los sabemos. Pero sigue la farsa. 

El actor Rouco Varela en un momento de la representación vestido con el ataharre de las solemnidades de su iglesia, la de los pobres, como todo el mundo sabe.
 

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