No,
Raquel, no
No es una
historia de actualidad, pero justo por eso se convierte en una historia sin
tiempo. Como sabemos, o como sabrá porque algo le habrá llegado, hace unos
meses moría de repente –dejémoslo así- Mario
Biondo. Este señor era cámara de televisión, así que tenía todas las
papeletas para seguir siendo un ilustre desconocido. Pero el cámara se casó con
la presentadora del programa que hacían en ese momento. La presentadora es Raquel Sánchez Silva, que vimos en la
última edición de Expedición imposible
por tierras marroquíes. La muerte de Mario convulsionó a los colegas de uno y
de otra. Raquel se quedó tocada. Pidió por favor que la dejaran tranquila con
su dolor y que no especularan sobre las circunstancias de la muerte de su
marido. La noticia dio tumbos por redacciones y platós, pero la presentadora
extremeña se mantuvo al margen.
Es lo que, sin
apenas conocerla, uno esperaba de ella. Ahora es cuando pide paso el refrán,
que la vida sigue. Cosa lógica. Es decir, que la mujer tiene que seguir
trabajando, asistir a eventos, rechazar o decir sí a proyectos, o sea, lo
normal en su profesión, ligada a dar la
cara. Tanto que hace unas semanas reapareció en televisión en una entrevista en
exclusiva que concedió a Ana Rosa
Quintana. En ella, y sin que nadie se lo pidiera, metido con aparente
naturalidad, dio las gracias por las numerosas muestras de cariño y por los
numerosos mensajes que, decía la presentadora levantando en cada mano dos
móviles, “he recibido a través de mi Sony Xperia Z”. Imagen impagable. Me
petrificó. Pueden buscarla por la Red. Es un ejemplo sucio y brutal del dicho,
el vivo al bollo y el muerto al hoyo. Es el dolor patrocinado. Es una imagen
nauseabunda.
Dos señoras, Ana Rosa Quintana y Raquel Sánchez Silva, en pleno banquete. Esta imagen me petrificó porque no me esperaba ver algo así de Raquel. |
También os dejo el enlace con la secuencia entera por si os queréis regodear. Ay, cómo nos gusta.
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