Estreno
y despedida
Seguro que
ustedes, al enterarse de que Telecinco estrenó el domingo lo que estrenó, ni
siquiera lo vieron –tampoco los fieles de Telecinco-. La cadena, en su afán por
descubrir nuevas zonas de creación y de clausurar otras por superadas y
muertas, puso en antena unas escenas de matrimonio. Otras. ¿Saben cómo se
llaman ahora? Esposados. Podría ser
peor. Podrían haberlo llamado Esposa 2
o, aún peor, Esposa 2.0. A lo que no
se ha resistido el agotado Paolo Vasile
es a contar con Santiago Segura. Esa
tentación se ve que es la pera. Con este señor, como saben, cuentan para todo.
Aquí también. Hay que advertir que Esposados,
como Segura, pretende que nos retorzamos a carcajada limpia. La marranada se
estrenó después de recuperar momentos estelares de José Mota, pero las únicas risas que se oían en la pantalla eran de
lata. Un fiasco.
La columna
podría acabar aquí diciendo que semejante truño no merece más comentario y que,
en todo caso, lo que sentí viendo a esas parejas metidas en la cama gritando
unos guiones sucios, de gente tarada, fue la sangre hirviendo de mala leche,
como la que se me puso viendo el Telediario
del domingo en La 1, al que se le “olvidó” decir que Bárcenas, el puto amo, le confirmó a Pedro José Ramírez que el PP se financió de forma ilegal. Lógico.
Los encierros de San Fermín, y la ola de calor que se empeña en visitarnos en
verano, raro, raro, no dejan tiempo para nada. De Esposados, me he olvidado ya. Del Telediario, cada día más. De quedarme con algunas escenas de
matrimonios serían las de Ana Pastor
y Ferreras, director de La Sexta. El
domingo cerró El objetivo. ¿Qué le
dirá uno a la otra? ¿Se cumplió el objetivo? Ahí si hay morbo.
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