El
momento
Antes de 24 horas ya veíamos imágenes de la tragedia del tren que
salió de Madrid pero jamás llegó a Santiago de Compostela. Primero las vi en
las redes sociales, aunque a los pocos segundos el canal Youtube las retiró por
indebidas, creo recordar que decía. Pero daba igual. Las imágenes daban saltos
por todas partes como salta el aceite hirviendo cuando le echas agua. Cuando
pasé de la pantalla del ordenador a la pantalla de la tele, ahí estaba el plano
fijo de una vía en curva, plano que recogía al fondo, sobre un puente, el paso
de los coches, y plano en el que al instante entra en campo un tren que parece
ir a una velocidad excesiva. Justo en la curva, de un convoy sale un fogonazo,
la máquina se vuelca, y avanza en primer plano, volcada, arrastrándose, hasta
que desaparece del encuadre envuelta en un sofoco de humo y polvo.
Es el momento letal. Podría hablar de la cobertura –pésima en las
horas posteriores a la tragedia en TVE, que hizo un ridículo espantoso, con una
Marta Jaumandreu en La 1 y en el
Canal 24 Horas catatónica, manteniendo una conversación telefónica cuando en
otras cadenas ya veíamos imágenes del accidente, aceptable en 13TV con Antonio Jiménez- pero me detengo en ese
instante de miedo y muerte, de confusión y locura. Es cuando uno prefiere no
imaginar lo que pasaría dentro. A partir de ese instante empezó también el
revuelo de vecinos ayudando con mantas, aguas, manotazos, la llegada de los
bomberos, camilleros, enfermeros, funcionarios, donantes de sangre, y el país
se ponía en vilo, sobrecogido y emocionado. En un segundo pasa todo. Aquí
también. Eran las 20´41 del día 24 de julio de 2013. Instante donde empieza
todo, donde acaba todo.
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