Se
fue la paloma
La que está
organizando el jefe de estado Vaticano. Jamás un político ha ocupado tantas
portadas y minutos de televisión. Hay algunas cadenas que se dan hostias a ver
quién lo saca más. También he observado estos días, como uno observa la política
nacional, que hay lugar para el cachondeo. En las tertulias, incluso opinantes
que se dicen católicos, o los mismos curas, que estos días son un clan en alza,
empiezan sus intervenciones con ironía ya que el nuevo jefe de esa creencia que
salga en unos días de la elección, como todo el mundo sabe, será cosa del
Espíritu Santo, pero que a pesar de eso no está de más adelantarse a sus
designios jugando a las quinielas. Es decir, pongamos las cosas claras. Lo del
Espíritu Santo es una tontería. Ellos lo saben. Pero se habla de la invención
para mantener el espejismo de que las cosas del Vaticano no son terrenas sino
puro éter.
Vi al
dimisionario jefe de ese pequeño estado sobrevolar su reino en helicóptero
–casi un calco de lo que Federico
Fellini nos enseñó en el mítico comienzo de La dolce vita, con el Cristo
cruzando el cielo de Roma- hasta dejarse posar en los jardines de Castel
Gandolfo. La emisión la sirvió TVE con la profesionalidad de Ana Blanco. A las 8 de la tarde de ese
día, zas, por obra del Espíritu Santo Benedicto XVI volvía a ser Josep Ratzinger. Milagros de ese estado
en cuya curia hay que tener mucho cuidado para que el Espíritu Santo no te
corte el gaznate si te sales del guión. Los del PP también juegan con los
ciudadanos en nombre de otro espíritu que los tiene acojonados y confundidos.
Pero las cosas no son como eran. Que se maten entre ellos. Pero no nos falten
el respeto. Sobre todo porque donde unos ven espíritus otros ven palomas para
llenar la olla.
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