Falete
contra el mundo
Creo recordar
que había alguna copla de Falete que
me gustó en sus comienzos. No sé cuál, y ya no tengo gana de volver a buscarla.
Al principio, escuchándolo, viendo alguna de sus actuaciones, me gustó su
imagen inquietante, rompedora, valiente. Luego conocí otra faceta suya. Era la
época en que los programas de la vagina y el nabo sórdido lo perseguían porque
tenía un lío descomunal con un novio que al parecer le salió rana porque
aspiraba a ser más estrella que la estrella. Y creo localizar en ese momento mi
desapego a Falete como artista. Se convirtió, con su vacua voracidad por ser
famoso, en un figurante extraviado y sin más peso que su presencia en mesas de
cotilleo al margen de sus coplas. Hoy es lo que es. Un hombre con ademanes y
espíritu de mujer que sirve para alegrar espectáculos banales. Es un hazmerreír
cuyo fuego él mismo alimenta.
Algo bueno tiene
esta nueva etapa. Contratado como un cañón, a sabiendas de que la audiencia
necesita metralla destripa barrigas para romper por arriba, era un contrato
hilarante para un programa de tipos en bañador lanzados al vacío de una
piscina. Ver a Falete en bañador, esperar la cobardía de no tirarse, o esperar
la comicidad de hacerlo por ver si su cuerpo de ballena secaba la balsa, lo convirtieron
en el gran personaje del programa. Hablamos de Splash!, lo de Antena 3. Fue tal su éxito que lo han hecho fijo. Su
proeza es de las gordas. Le está arrebatando el ganado a Mercedes Milá. Palabras mayores. Anoche, si no hubo cambio de
última hora, Telecinco abrió su piscina al grito de Mira quién salta. Es lo mismo, pero sin Falete. No sabes lo
patético que resultas comparado con él, le decía Alicia Alarcón a Diego Murquía
en Gran Hotel. Pues eso.
Nota: Agudeza visual. En dos segundos, ¿cuál de estas beldades es Falete?
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