Piropos cocinados
(Artículo publicado el sábado, 21 de julio, en diarios del grupo EPI PRESS)
Lo vi, y no
quiero dejarlo pasar. Fui testigo, y hay que denunciarlo. Mientras se emitía en
Espejo público el reportaje de “lo
que tiene que sufrir una mujer cuando camina sola por la calle” me llegó el
olor de la cocina chamuscada, del guión vendido como si lo que vimos fuera
real. Vamos, periodismo de opereta en vez de periodismo de investigación,
periodismo escenificando una posible realidad pero no algo que pasara de verdad
y de forma espontánea. Me explico. Viene a cuento esta pieza al hilo de la
propuesta del partido de Pablo Iglesias,
de baja maternal, de castigar con la ley en la mano el acoso que sufren algunas
mujeres por parte de algunos hombres que, con la excusa del castizo piropo, se
suben a la parra de la grosería y el atosigamiento. Hay que decirlo otra vez.
Nadie pretende convertir el piropo en delito, pero sí el acoso. La diferencia
es clara.
En Espejo público, supongo que con buena fe
pero sin duda sin haber ido a clase el día en que se explicó en la facultad que
una cosa es una simulación y otra venderla como si fuese verdad, se envió a la
reportera Claudia García como cebo
para ver si la periodista recibía “piropos subidos de tono y miradas
penetrantes de hombres”. Y sí, las recibió. Y sí, era increíble. Literal. No
había forma de tragarse el reportaje “real”. Apestaba a cosa fingida, aquello
chirriaba como las ruedas de la carreta del malo. Tiene que ser mucha
casualidad que un tipo, por mucho que piense “qué polvo tienes, guapa”, se lo
escupa a una mujer que camina por la calle seguida de una cámara de televisión.
O el tipo es un gilipollas o está conchabado con el productor del reportaje,
que incluso se presta a tener unas palabritas excusándose con la reportera. O
sea, un teatrillo infumable.
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