Embarazo
(Artículo publicado el jueves, 5 de julio, en diarios del grupo EPI PRESS)
Vamos a ver, la
Rebe se ha preñado. Así, como suena. La Rebe de Plasencia tiene un bombo. Que
se detenga el mundo, que las bragas a euro de los mercadillos extremeños caigan
al suelo como lluvia gorda, como granizo de verano. Cuatro está más activa que
las carreras por ver de quién es el nuevo presidente de RTVE que, como dicen
los periodistas de la casa, refiriéndose a los partidos políticos, no han entendido
nada. Cuatro es un hervidero de ideas, todas excelentes, de primera categoría,
pura basura. Acabó Los gipsy king, un
formato pensado al milímetro para reírse de las trapisondas de unas cuantas
familias de gitanos que exhiben su incultura, su machismo, su racismo, sus
prejuicios y su mundo al margen del mundo, y con un gusto estético a años luz
de lo que uno entiende por algo tan etéreo como elegancia, y enseguida ha
preñado a una de las estrellas de programa tan choni, cani, chichi, y nabo, Rebeca Jiménez, burra, necia, guapa, ególatra
y absurda.
Ha nacido El embarazo de la Rebe. Para partirse de
risa, para troncharse de estupor, para mear y no echar gota. Que sí, que sí,
que la Rebe está embarazada, como cuando te bebes cinco cocacolas, le suelta
una amiga de la Rebe a su madre dando chillidos al recibir la noticia, momento que
sucede dentro del coche, “paberse matao”. Todo suena a falso, preparado, a
guión estrambótico, a malos actores, sean los padres, las amistades, la propia
Rebe, el propio programa. Otra paya con ínfulas periodísticas, apostando no por
la comedia sino por el drama, Samanta
Villar, hizo lo mismo con su preñado en la misma cadena. Y también la cagó.
Todo está inventado, señoras.
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