La
Campos
(Artículo publicado el domingo, 17 de agosto, en diarios de EPI PRESS)
Dicen que la
Campos, doña María Teresa Campos,
tiene un nuevo amor. A mí, en otras circunstancias, me importaría un truño que
la señá Campos tuviera uno, cinco, o veinte amores, viejos o nuevos, y ahora
también, por qué negarlo, pero ahora se dan otras condiciones, las que paso a
contar. Hay que ver en esta malagueña a una guerrera de las de mucho coraje. En
su vuelta a Telecinco, cuando Paolo
Vasile le perdonó sus improperios, nadie daba un euro por ella. Era una
presentadora pasada, de aire caduco, de maneras poco elegantes, vamos, una mari
de la tele. Pero hete ahí que hizo de ¡Qué
tiempo tan feliz! un programa caduco, de maneras poco elegantes, vamos, un
formato para maris, pero un programa que se ha hecho el fuerte recordando a
artistas de “ahora y de siempre”. Y ella también. Ella también se ha hecho
fuerte.
Un día lleva a Karina, otro enseña la boda de una de
sus hijas, y otro se lo pasa bomba con Bigote
Arrocet, aquel humorista pesadísimo que vino de Chile, hizo pamemas, y se
convirtió en uno más de los chistosos sin, qué le vamos a hacer, chiste alguno.
Pues bien, como la doña apenas tiene tiempo pa ná, el último amor es el tal
Bigote, que la fue camelando en sus diversas visitas al tablao de la Campos.
Con su pan, y pelos –del bigote- se lo coman. Dicen que en su vuelta al curro,
tras su corrido amoroso en Canarias con el del bigote, alguien le preguntó por
ese amor. Y la jefa de pista dio un respingo, el de quien se pica y molesta por
semejante pregunta de una de sus colaboradoras. Es el cazador cazado. A lo que
voy, que me importa poco si la Campos habla de los otros o de ella misma. Esa
no es mi guerra.
No te hagas la loca porque seguro que ya has visto la imagen. Dos tortolitos amándose. Perfecto. Pero la señora es la misma que lleva su vida entera dándole al pico... sobre los demás. |
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