La
frescura del nuevo
(Artículo publicado el domingo, 20 de abril, en diarios de EPI PRESS)
Me
toca mucho los cojones que no pueda tomarme un café con una amiga porque al día
siguiente unos cuantos borregos salgan diciendo tonterías. Lo dijo el cocinero Jordi Cruz, estrella por partida doble,
por ser una estrella de la tele, y por tener una estrella Michelín, en la
presentación de la segunda temporada de MasterChef,
que volvió a La 1 tras el éxito de la primera entrega. Se refería el monísimo
cocinero, que en tres meses se ha puesto a punto de portada de revista con una
barriga dura y unos pechos a lo Álex
González, a su amistad con su colega de programa Eva González, que apenas sabe qué hacer con las sílabas finales en
su desquiciada pronunciación, según esté en Canal Sur, donde le suelta la
melena a su andaluz, o en la nacional, donde trata de frenar ese acento como
algunos tratan de tapar el olor al ajo de la tostada. Yo no. Yo no le tapo el
olor al ajo de la tostada. Igual que Jordi Cruz no quiere que las habladurías
le tapen su amistad con la andaluza. ¿Se han dado cuenta de que, salvo el Corazón de La 1, y la inagotable y
cansina Anne Igartiburu con sus
posturitas y sus paseos de muñeca
relamida y más cursi que un perrito vestido de Christian Dior, en la televisión actual no queda tiempo para esa
antigualla del chisme rosa? TVE se resiste a suprimir ese tipo de información
sobre vidas ajenas donde todo es maravilloso e ideal de la muerte. Anne
Igartiburu es la Jordi Hurtado del
cotilleo, que nos enterrará a todos desde ese minúsculo plató por el que se
mueve dando paso a vídeos delirantes con textos escritos y narrados con los
códigos de un mundo paralelo en el que hasta mendrugos secos como Paquirrín tienen su pedestal. Este
reducto del mundo rosa, que hoy sólo vive en algunas revistas, le tiene tanta
aversión a la realidad tal como es que sería incapaz de emitir las palabras de
Jordi Cruz tal como las dijo porque Corazón
se cree en el deber de dulcificar los exabruptos de alguien que está “hasta los
cojones” porque programas como ese se interesen por su vida personal.
Desayuno sin porras
Pero
hoy esta página no va de eso, aunque algún día le dedicaremos espacio a este
globo pinchado de la televisión rosa que hoy apenas sobrevive en reductos
testimoniales en la parrilla de las cadenas. Si hablo de Jordi Cruz es porque
representa a la gente que aún no está intoxicada con los códigos de la
televisión, y por eso, al menos hasta que dure su “virginidad”, nos hacen pasar
buenos momentos porque resultan frescos y novedosos. La otra mañana, creo que
en la última entrega de Los desayunos
antes de las vacaciones, María Casado
invitó a otro cocinero del programa, a Pepe
Rodríguez, aquel que en los primeros MasterChef
de la pasada edición iba sobreactuado en su personaje de ogro que luego fue
dulcificándose para jugar más con la ironía que con la malafollá impostada. Su
visita al programa resultó ser un regalo, lluvia cernida en una tarde de ahogo.
Como nos ha pasado a más de uno, se preguntó que si lo invitaban a desayunar
echaba en falta las porras, los churros, y unas buenas rebanadas de pan con
aceite de oliva virgen extra. Pepe Rodríguez suena en televisión, todavía, y
cuando ejerce de Pepe y no de cocinero, a nuevo, sin llevar el discurso aprendido, anotado en la cabeza como lo lleva
un político de colmillo tan retorcido que parece como muerto, su discurso, y
él. Y ahora, en estas semanas que vienen, tendremos que soportarlos desatados
animándonos a votarles para que “España sea fuerte en Europa”. Le preguntó
María Casado al cocinero si creía que también hubo burbuja en su sector, y el
cocinero dijo que por supuesto, que era increíble que en cada pueblo pudiera
existir un restaurante que te soplara cien euros por una cena. En la misma
línea, antes de convertirse en un profesional del micrófono subido a la carreta
del crece pelo que llegaba al pueblo, estaba Miguel Ángel Revilla, ex presidente de Cantabria, el hombre que
saltó a la fama porque llegaba en taxi a las audiencias reales y escondía en la
chaqueta una lata de sardinas de su tierra para agasajar a sus anfitriones.
Daba gusto escucharlo en las primeras intervenciones de La Sexta Noche, hasta que le salió un ego que empezó a oler a
chamusquina. Bingo. Ya ha conseguido un programa para él solito. Será en
Mediaset. Y no tendrá más remedio que parodiarse.
Hay que mantenerse
A
veces puedes llevar mucho tiempo saliendo en pantalla, pero en un registro
distinto. Y cuando te piden que hagas algo que no hiciste hasta ahora, también
puede sonar la flauta. Hablo de Hable con
ellas. Hablo de Yolanda Ramos.
Hablo de la humorista que siempre hemos visto en monólogos, en series, o
colaborando en programas de eso, de humor. ¿Pero qué pasa cuando a la señora le
piden que entreviste a una política como Celia
Villalobos? Pues que va y se lo cree. Y cuando la tiene delante va y le
pregunta y le repregunta y no se conforma con el sermón de siempre y la monta y
Celia parece casi desencajada porque ese no es el código, el ten con ten, el
toma y daca, los acuerdos tácitos entre las partes. Y de repente sube la
temperatura del programa, se crea un clima que quizá no era el que esperaba la
vicepresidenta del Congreso, es decir, seguro que ella venía a darse un paseo
entre chicas divertidas y nerviosas la noche en que ella, la malagueña, sólo
iría para amadrinar el programa. Y se encontró con un torito vehemente que le
habló de la porquería política, de corrupción en su partido, de silencios
cómplices que doña Celia, como pudo, trató de quitarse de en medio. ¿Recuerdan
a la primera Belén Esteban, cuando
su naturalidad sí llamaba la atención y sorprendía, pero ahora, agua de un río
tedioso, sólo es una señora patética tratando de mantenerse en la industria de
una vulgaridad sin gracia? Hay personas de otros ámbitos que llegan a nuestra
vida y, al salir por peteneras, también suenan a campana nueva, como el papa Francisco. Pero no todo lo nuevo suena
a nuevo, no nos confundamos. Fíjense en las cosas de Mariló Montero. Cada día, una burrada. Pero dejó de sorprender. Es
tan cansina.
La
guinda
El poder de Jesús
Lo
tiene. Es innegable. De hecho, fíjense la que arma el hombre cada año con su
muerte en la cruz. Millones de desplazamientos, sobre todo a la playa, y
trastocar la parrilla de televisión. Palabras mayores. Telecinco, ante la
desubicación de fieles, dio descanso al amor entre Álex García e Hiba Abouk.
Hemos visto otra vez Ben-Hur, trabajar a los curas, y enloquecer a 13TV entre
santas conexiones y condenas a la izquierda.
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