Irrupciones
(Artículo publicado el sábado, 5 de abril, en diarios de EPI PRESS)
Lo descacharrante no es que irrumpa en la programación de Cuatro
una tropa de friquis con más gana de alcanzar la gloria televisiva que de
encontrar el amor de sus vidas. Lo descacharrante no es saber, en cuanto se
levanta el currículo de algunos gañanes que han logrado colarse en Un príncipe para Laura, que algunos
tienen un pasado televisivo en su afán de meter cabeza, como sea, en la caja
lista –panal de rica miel para listillos-. Lo tronchante no es que irrumpa de
nuevo Luján Argüelles como Bruján
organizando las cosas que organizan las alcahuetas para echar unas risas cuando
la princesa conozca que entre sus pretendientes hay cuatro grupos, los guapos,
los simpáticos, los únicos, y los nerds. Lo sorprendente de El jefe infiltrado, que irrumpió la
misma noche en La Sexta, no es que sea una versión más mala del programa
yanqui.
Lo que sorprende hasta la hilaridad es que el martes, un tipo
irrumpa en directo en el plató de Más
vale tarde, el programa de La Sexta que presenta Mamen Mendizábal, y al día siguiente, como el que acude sin avisar
a casa de la vecina, irrumpa en el plató del Telediario de La 1, también en directo, cuando Ana Blanco daba paso a una conexión con Loreto Fernández desde el puerto de Vigo para hablar del choque de
barcos. Yo lo vi en directo, y es verdad que el realizador estuvo fino y aunque
el “visitante” entró en el plano general y se oyeron algunas voces, se pinchó rápido la imagen de Loreto mientas lo sacaban. La pregunta es obvia. ¿Cómo es
posible que el acceso a un plató, incluido el de la pública, sea más poroso que
la frontera de Crimea con Rusia? A ver si el chico buscaba a Laura y se
confundió de escenario.
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