Esther
Palomera
(Artículo pùblicado el jueves, 10 de abril, en diarios de EPI PRESS)
Sé que cada vez que Gallardón
abre la boca me está engañando, de forma que cuando dice sin que nadie le
pregunte que el aforamiento de la reina y los príncipes se hace por seguridad
jurídica esconde otro privilegio. En Reino Unido, Alemania, y EEUU, nadie es
aforado. En España, 10.000. Se lo escuché a Matías Prats en su informativo, y creí que era un error. No lo hay.
10.000 criaturas como usted, como yo, tienen fueros distintos a los nuestros
ante la ley. Esta sinvergonzonería no sólo no desaparece sino que el Gobierno
de turno la amplía un poquito más, quizá para carcajearse de nuestra capacidad
de aguante. Sin embargo, por llamativo que parezca, en las tertulias siempre
hay un Alfonso Rojo, un Paco Marhuenda.
Escuchándolos,
y convencido de que uno se enriquece con puntos de vista contrarios al suyo, a
veces pienso que esta gente no piensa así de verdad sino amarrado por contrato
a un personaje. A Alfonso Rojo lo
echó del plató de La Sexta Noche Iñaki López por llevar la discrepancia
con Ada Colau a un terreno que
sobrepasó el mal gusto. Lo de Paco Marhuenda es otro cantar. Su
enfermizo seguidismo al Gobierno y a todo lo que huela a PP ha hecho que
despida a la directora adjunta de La Razón, Esther Palomera, una periodista respetada que demuestra –en Al rojo vivo, Los desayunos, lo de AR- defender sus ideas con criterio e
independencia. Y eso, justo eso, es lo que no gustaba al Gobierno, que siendo
de derechas les atizara a veces. Cada periódico, faltaría más, pone y quita a
sus directivos. Pero Marhuenda es un pelele que ni los suyos respetan.
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