Gil
de Biedma
(Artículo publicado el martes, 16 de abril, en diarios de EPI PRESS)
Seguro
que lo han emitido alguna vez, que no es un programa nuevo ni reciente, pero
como no lo vi en su día, para mí, el Imprescindibles
dedicado a Jaime Gil de Biedma es
imprescindible –luego compruebo que desde 2010 se ha emitido tres veces-. Como
es fácil de imaginar, el documental recorre su obra recorriendo su vida porque
la primera tiene que ver mucho con la segunda, y va salpicando su perfil con el
matiz que aporta la gente que lo conoció, desde el elegante, afinado, y certero
lenguaje de José Manuel Caballero Bonald
a la llana lengua de Juan Marsé. El
documental no hace alarde de nada, ni en la forma ni el fondo. No es ejemplo de
televisión vanguardista, no alardea de tener un montaje atrevido ni echar mano
de músicas impactantes. Sin embargo, desde el primer fotograma me cautivó. Uno
no sabe por qué suceden a veces estas cosas.
Te
puede pasar con un libro, con una conversación, con una música, con unas
imágenes. Sabes que te han seducido cuando terminó todo porque en un primer
momento no eres ni consciente de lo que está pasando. A mí me ocurrió hace unos
días con la reemisión del Imprescindibles
dedicado a Gil de Biedma, donde vemos a un Miguel
Poveda que canta los versos del poeta como el que ha traspasado la
apariencia y llega al fondo del significado. Es decir, hablo de un programa de
altura intelectual que cumple la función de entretener, como corresponde al
medio para el que se pensó, y de estimularte de tal manera que corres a tus
libros a ver lo que tienes del poeta para no salir del clima que el programa ha
creado. Me encanta ver televisión sin la sensación de perder el tiempo.
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