8
años de La Sexta
(Artículo publicado el doimngo, 6 de abril, en diarios de EPI PRESS)
La
Sexta acaba de celebrar su octavo cumpleaños. No vale aquí la trillada
comparación con el niño en edad escolar. En televisión, 8 años es edad adulta.
El tiempo no perdona cuando hay dinero en juego. Y en toda aventura mediática
lo hay. En La Sexta también. Si no dejara dinero, La Sexta estaría cerrada.
Cómo es posible que Intereconomía, se podrá pensar, no sólo no gana dinero sino
que lo pierde a raudales y siga en antena. La respuesta podrían darla muchos trabajadores,
acreedores, prestadores, pero aquí estamos hoy para apagar velas de
celebración, no para echar fuego al fuego. Cuando nació La Sexta, independiente
de su gran madre de hoy, Antena 3, del grupo Planeta, vi en ella lo que al
principio vimos mucha gente en Cuatro, nacimiento que fue una auténtica fiesta
porque suponía un chorro de aire que venía a regenerar el viciado ambiente de
las teles generalistas, y lo hacía con una programación variada, moderna,
atrevida, dirigida a un público joven, de edad y de ideas, urbano, ansioso de
ser espectador de programas con otro sabor, sin el decadente tufillo a cuarto
de estar sofocado por pantallas de una alegría chabacana y grosera o de una
corrección sacristana. Quien siguió a Cuatro sabe que la cadena empezó a
descomponerse hasta convertirse en una caricatura de sí misma en cuanto su
dueña, Prisa, se la vendió a la italiana Mediaset. Y hasta hoy, convertida en
una cosa blanda, con programas pensados para un público extravagante –desde la
presencia alucinada de Íker Jiménez
y el cuento de Cuarto Milenio a Un príncipe para Laura, que esta semana
estrenaba princesa, de Mallorca ella, que se verá con sus aspirantes a
conquistarla, un ramo de elegidos donde no faltan los feos, los gordos, los
simpáticos, los engreídos, el guaperas, y el marciano, puro Cuatro-. Sin
remedio, el espíritu de Telecinco se hizo con la cadena, que hoy es un dolor.
Rece TV
Hablo
tanto de Cuatro en el cumpleaños de La Sexta porque es su directa competidora,
es su adversaria. Y la decadencia sideral de Cuatro es la que uno temía en La
Sexta cuando Atresmedia se la zampó. A la mierda La Sexta, pensamos muchos. Es
decir, a la mierda la grandeza de una cadena pequeña que supo hacerse un hueco
jugando no a lo de siempre sino a
corretear por otros prados y llanuras sin olvidar que la tele tiene la misión
de entretener. Pero los públicos son diversos, y el entretenimiento también. Los
de Zapeando –La Sexta, sobremesa, con
Frank Blanco y un ahormado equipo de
colaboradores que hacen unas risas de los contenidos de la tele- dedicaron la
semana pasada a celebrar el cumple de su cadena con sus momentos estelares –no
recordaba la conversación de Jordi Évole
con Arnaldo Otegui donde le decía
con su carita de inocencia que no se guardara dentro la condena de la
violencia, “dilo, macho, te quedas tranquilo, y verás que todo va mejor”, o Dani Mateo enseñando el mondongo a lo
Borat ante el pasmo relamido en su faceta de gay de Wyoming, un chaquetero sexual que luego se relame cuando tiene a Thais Villas delante, el bribón- y
preguntándose qué cara sería la que mejor simbolizara el espíritu de La Sexta. El
Gran Wyoming debería de estar en los primeros puestos, y Jordi Évole, pero
también su director, Antonio García
Ferreras. ¿Y cuál es el espíritu de La Sexta? Sin duda El intermedio es el programa que define a la cadena, del mismo modo
que Sálvame simboliza lo que
Telecinco quiere que sus seguidores encuentren en ella, que por otra parte es
lo que buscan. El intermedio es una
apuesta por la información y el humor con un planteamiento de izquierdas que no
sólo no se oculta sino que se enarbola con orgullo. Y Wyoming su profeta. Casi
todos sus programas tienen alguno de esos componentes, o información, humor, un
punto de vista de izquierdas, o una mezcla de todos ellos. Coincidiendo con
este cumpleaños, 13 TV, la tele de los obispos empresariales y radicales que
mantenemos todos, prohíbe a La Sexta que use imágenes suyas, como hasta ahora
hacía. ¿Quién nos pone la pierna encima para que no levantemos cabeza?, se preguntaba
Wyoming descojonándose. Si algo nos ha enseñado 13TV es que no necesita nuestra ayuda para
desacreditarse, sólo necesita un micrófono para hacerlo, decía el tito Wayo. 13TV
va a conseguir que no nos llevemos las manos a la cabeza con el Herman Tertsch real, pero El intermedio se ha ingeniado algo con
más mala leche, hacer que Ernesto
Sevilla lo imite en su sección Rece TV. Lo borda. Pura dinamita. Pura
Sexta. Feliz cumpleaños.
Querido Jorgeja
Así
no hay manera. Así no hay manera de mantener uno sus convicciones, canalla. Me
has desalmado, bribón. Y eso no se hace. Eres más cruel de lo que imaginaba.
Siento que los lectores no se enteren de qué va esto, y que no entiendan qué
tiene que ver el octavo cumpleaños de La Sexta con Jorgeja, con MI Jorge Javier Vázquez. Lo digo ya. No
tiene que ver nada. Así que lo siento, es una cosa entre él y yo. Verán, hace
dos semanas dediqué el “Maldeojos” largo, es decir, este, a Jorgeja. Lo puse
mirando a Cuenca –aunque no llegamos a rematar la faena, sí, coño, que no hubo
consumación-, le dije de todo menos bonito, que si esto, que si lo otro, que si
el veneno, que si retaco, que no daba pie con bola leyendo el guión de esa
cumbre de la basura llamada Hay una cosa
que te quiero decir, descontada la otra cumbre de la basura llamada Sálvame, y sin tener en cuenta la cumbre
de la basura llamada Supervivientes, en
fin, una vergüenza decirle cosas tan
feas a un tipo que luego, cuando lee lo que le digo, me contesta en Lecturas
que se esperaba que uno fuera un orco, un adefesio, “un desecho de tienta”. Con
ánimo de comprobarlo el señor Vázquez busca fotos mías en Google Imágenes y oh,
“mi gozo en un pozo, dice, el tío me da morbo”. Le doy morbo a Jorgeja. Me ha
desarmado. Así no hay manera de ser el orco de los comentaristas, cielo. ¿Qué
será ahora de nosotros? Dime, ladrón.
Míralo, desatao... |
La guinda
Jefes rácanos
La
versión de El jefe infiltrado, que La
Sexta ha adaptado y estrenó el jueves, no tiene la misma fuerza que el original
yanqui. Eyeworks, la productora, parece que se volcó más en el disparatado
casting de Un príncipe para Laura, en
Cuatro. Nuestros jefes, cuando se quitan la careta de infiltrados, son unos
ratas. En yanquilandia te dan 40.000 dólares por ser un currito ejemplar. Aquí
te envían a Benidorm. Ah, arrasó en audiencia.
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