Pelómetro
(Artículo publicado el martes, 4 de marzo, en diarios de Editorial Prensa Ibérica)
No
le den vueltas, no lo busquen por ningún diccionario, ni siquiera por los más
alejados
del oficial. Pelómetro no existe. ¿Qué es el pelómetro? Digamos
que es un término que se puede usar en televisión para, de forma gráfica,
expresar el grado de emoción que te proporciona esta u otra cosa, esta u otra
actuación, sobre eso, actuaciones. Uno que echa mano del pelómetro porque su
cortedad apenas le permite echar mano de otra cosa para expresar sus emociones
es el guiñol David Bisbal, el señor
que extiende el brazo, se lo mira, se lo roza con la mano contraria, y da a
entender que al escuchar al chiquillo que canta en La Voz Kids se le ha puesto el vello de punta. ¿Cuántas veces hace
el gesto el señor Bisbal? Varias durante el programa. Su pelómetro está
devaluado, apenas cuenta. Rosarillo
no tiene pelómetro, pero sí grito de guerra, vamoos, vamoos, olee, olee.
Lo
siento, no puedo con ellos. Tanta repulsión me producen que aún no he visto ni
una sola actuación de los niños, además de creer que los niños no tienen que ir
a esos programas, ni competir de esa forma, ni escucharles decir “que el premio
es estar aquí”. Todo eso me parece un juego de sucios intereses con la
desconcertante connivencia de los padres. Escuché por primera vez pelómetro a Marta Sánchez como jurado de Tu cara me suena después de no sé qué
actuación –no la de los Chunguitos, seguro-. Esta noche Antena 3, frente a El Príncipe, pone ¡A bailar! a ocho parejas. Carlos
Baute es miembro del jurado. Y usa pelómetro porque algunas parejas le
ponen el vello de punta. ¿De verdad? ¿No se están volviendo locos? ¿O es que mi
pelómetro no funciona?
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