domingo, 9 de marzo de 2014

Maldeojos. Pecado mortal



Pecado mortal
(Artículo publicado el sábado, 8 de marzo, en diarios de Editorial Prensa Ibérica)


       Pecado mortal, decía el informativo de Helena Resano en La Sexta que decía el cura, o un cura, de Jumilla, Murcia –supongo que allí tenemos en nómina a más de uno, dada la importancia de su clan para la salida de la crisis-. Ese cura bramaba así al ver a un concejal del PP, recalco, del PP, haciendo una chirigota carnavalesca disfrazado de virgen, con lo que es la virgen para el ministro de Interior, Jorge Fernández, que hasta le concede una medalla a una de ellas, a María Santísima del Amor, con quien dice compartir desvelos, valores, dedicación, y sacrificio. Con un par de cojones. No me extraña que el cura de Jumilla, Joaquín Hernández, se encolerice como un monje medieval y se palpe la cerilla del fuego de la hoguera a la que ha condenado al concejal de festejos por estar ¡en pecado mortal!

       Pero como lo del pecado mortal es amenaza para hoy y vuelta a empezar mañana, lo mejor es pedir la dimisión del festero por creer que en carnaval todo es motivo de parodia. Lo estratosférico de esta puñeta es que el concejal, envuelto en la llama de la reprobación de las fuerzas vivas de Jumilla, ha dimitido. Y el alcalde aceptó. Es decir, en unas horas, el político está en la calle por esta tontuna, cuando por cosas de verdad importantes –corruptelas, incumplimiento de programa, amaños- nadie dimite. Es todo tan tremendo y ridículo que blandir el pecado mortal como castigo tiene más peso que el delito civil. En algunos programas patrios hacen chistes, pero en otros países alucinarán con estas historias “made in Spain”. Es urgente que Rajoy visite Jumilla, rece ante la agraviada, y la condecore con algo. Pero cagando leches. Viva el carnaval. 

El concejal jumillano en un momento de su actuación estelar. Lo petó. Saltó a los medios nacionales, y seguro que a otros del resto del orbe. Lo que no se le ocurra a un concejal de festejos... El señor lo bordó. Se metió en su papel, y dejó de ser Antonio el concejal para ser la virgen. Monísimo. Pero...


.... pero Antonio Valero, el ciudadano, se topó con la Señora. Y con la Señora, aún, es difícil toparse porque te puede dar un revolcón. Así fue. En este país puedes cometer delitos, ser un chorizo, un corrupto reconocido, un malversador de libro, un estafador político que incumple su programa. Nada, tonterías, nadie dimite por eso, pero como te atrevas a tocarle la sotana a la Señora, es decir, a la iglesia católica, lo que ella entiende por pecado mortal tiene más peso que ese delito civil. Que lo sepassss. De hecho, el concejal ha dimitido en cosa de horas, lo nunca visto. Marca Ess-paña.

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