Pecado
mortal
(Artículo publicado el sábado, 8 de marzo, en diarios de Editorial Prensa Ibérica)
Pecado mortal, decía el informativo de Helena
Resano en La Sexta que decía el cura, o un cura, de Jumilla, Murcia –supongo
que allí tenemos en nómina a más de uno, dada la importancia de su clan para la
salida de la crisis-. Ese cura bramaba así al ver a un concejal del PP,
recalco, del PP, haciendo una chirigota carnavalesca disfrazado de virgen, con
lo que es la virgen para el ministro de Interior, Jorge Fernández, que hasta le concede una medalla a una de ellas, a
María Santísima del Amor, con quien dice compartir desvelos, valores,
dedicación, y sacrificio. Con un par de cojones. No me extraña que el cura de
Jumilla, Joaquín Hernández, se
encolerice como un monje medieval y se palpe la cerilla del fuego de la hoguera
a la que ha condenado al concejal de festejos por estar ¡en pecado mortal!
Pero
como lo del pecado mortal es amenaza para hoy y vuelta a empezar mañana, lo
mejor es pedir la dimisión del festero por creer que en carnaval todo es motivo
de parodia. Lo estratosférico de esta puñeta es que el concejal, envuelto en la
llama de la reprobación de las fuerzas vivas de Jumilla, ha dimitido. Y el
alcalde aceptó. Es decir, en unas horas, el político está en la calle por esta
tontuna, cuando por cosas de verdad importantes –corruptelas, incumplimiento de
programa, amaños- nadie dimite. Es todo tan tremendo y ridículo que blandir el
pecado mortal como castigo tiene más peso que el delito civil. En algunos
programas patrios hacen chistes, pero en otros países alucinarán con estas
historias “made in Spain”. Es urgente que Rajoy
visite Jumilla, rece ante la agraviada, y la condecore con algo. Pero cagando
leches. Viva el carnaval.
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