Exquisita
crueldad
(Artículo publicado el sábado, 29 de marzo, en diarios de EPI PRESS)
Un
profesor francés se ha inventado una crueldad moderna, impensable, e imposible
en otro tiempo. Como la gran mayoría de sus alumnos montaban jaranas que le
impedían dar la clase con normalidad, un día se le ocurrió preguntar si alguien
seguía la serie que emitía la televisión, Juego
de tronos. Casi la totalidad de los alumnos dijeron sí, que la seguían como
se sigue al que reparte las golosinas. Perfecto, pensó el hombre. De ahora en
adelante, les dijo muy serio, cada vez que habléis, cada vez que haya alboroto,
voy a escribiros en la pizarra el nombre de los que van muriendo en Juego de Tronos. Chicos y chicas
enmudecieron por un momento, pero enseguida se lo tomaron a chufla porque el
profesor, seguro, no seguía la serie y sólo era un farol. De repente, en la
pizarra, el profe escribió el nombre de un personaje que moriría en el
siguiente capítulo.
El
silencio volvió a la clase, pero ya era un silencio miedoso, como cuando el
pánico se hace colectivo y atenaza al grupo. Vieron que la cosa iba en serio.
El profesor quizá, o seguro, no sigue la serie, pero el profesor, les dijo, se
ha leído los libros de la historia de George
R. R. Martin, así que él no tiene que estar pendiente de las temporadas
porque sabe en qué quedará todo. Es decir, no tiene nada que perder. Los
espectadores, quienes siguen la peripecia cada semana, los enganchados a ese
mundo de hielo, fuego, y toda clase de ambiciones, sí lo pierden todo si saben
qué pasará. Y como ven que el profesor va en serio, y en cuanto se desmadra la
cuadra aparece en la pizarra un nuevo nombre, la clase parece otra. Sólo un
espíritu exquisito puede infligir un castigo tan refinado. Y cruel.
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