Ciega a citas
(Artículo publicado el jueves, 13 de marzo, en diarios de EPI Press)
Tengo
275 días para bajar de peso, renovar mi armario, y buscar un novio. Eso soltó
en el primer capítulo Lucía González, el personaje que interpreta, bien, Teresa Hurtado en Ciega a citas, la serie que
Cuatro estrenó el lunes para sus sobremesas. Tan lapidaria frase no sólo es redonda, limada y efectista
sino que te está contando de qué va la trama de esta historia que tiene
referentes en otras mujeres de ficción que hicieron de su físico, y de sus complejos,
el motor de su vida. Le pasó a Bridget Jones según nos contó en su diario, con
una excelente Renée Zellweger –Teresa Hurtado
me la recuerda-, y le pasó a la dulce Bea, aquella fea con exagerada manteca
postiza para tapar a la bella que iba dentro de Betty y que, en España, y con
gracejo, interpretó Ruth Núñez. Ciega a citas no es ni una ni otra, pero
sirve para centrarnos.
Que nadie vea Ciega a citas buscando la serie del año.
Pero que esté en Cuatro, que se emita a una hora tan guerrera, que no ofenda, y
que consiga lo que pretende, es decir, entretener, es ya un triunfo. No me
desagrada. Las historias del patito feo casi siempre funcionan, y esta versión,
también está dando a la cadena
excelentes resultados. Junto a Teresa Hurtado –insisto, su trabajo es
notorio- se mueve un notable equipo de artistas solventes, entre ellos Fernando Garea, el guapo que algún día
se fijará en ella por algo más que por trabajar juntos, o Elena Irureta, la madre cañón a quien Lucía demostrará que en 275
días, los que faltan para la boda de su hermana, será otra. O no. En el camino,
un rato de televisión liviana y limpia.
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