Zapeando
(Artículo publicado el jueves, 30 de enero, en diarios de Editorial Prensa Ibérica)
Subidón,
subidón. Ni a mí me gusta esta palabreja que se oye en no sé qué anuncio. Pero
entendemos lo que quiere decir, es decir, algo que de un nivel equis ha
alcanzado un nivel muy superior. Cuando en La Sexta se estrenó hace unos meses
-¿unos meses ya?- Zapeando, aquí
comenté la impresión que me produjo el vespertino que llegaba a la misma hora que el mítico Sé lo que hicisteis, y con el mismo
cometido que anteriores intentos, es decir, levantar la audiencia de las tardes,
intentos fallidos. No tengo gana de buscar con exactitud lo que escribí, pero
recuerdo que fue un suspenso o un aprobado raso, por usar un lenguaje académico
en vez de militar, como le gusta al presidente del Gobierno, con sus
trincheras, combates, y frentes para hablar de la crisis. Por cierto, a ver
cuando los de este “nuevo” Zapeando
le ponen un rincón a Rajoy, tan
cachondo.
El
nuevo Zapeando ha ido ahormando el
ritmo, poniendo y quitando a colaboradores,
eliminando, al fin, al histérico Santi
Villas, y contando con Ana Morgade
–a ver, qué trabajo te cuesta, Bárcenas,
enviar, aunque sea un mensaje, a Mariano,
porque este hombre te está echando de menos, y sin ti está como Pocholo si no existiera Colombia, decía
un día en su intervención-. Quique Peinado
también tiene buenos golpes en sus comentarios sobre los programas de la tele,
que de eso va Zapeando. Y su
presentador, Frank Blanco, parece
haber tomado las riendas y sacarle partido al guión. Es decir, en conjunto han
mejorado el producto, aunque sigue sin alcanzar el 6% de audiencia. Una idea.
Prueben a quitarse de en medio a Miki
Nadal. Nadie lo echaría de menos.
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