domingo, 12 de enero de 2014

Maldeojos. Resistiré



Resistiré
(Artículo publicado el sábado, 11 de enero, en diarios de Editorial Prensa Ibérica)

      No recuerdo que Resistiré, la canción del Dúo Dinámico de mi juventud, me provocara la conmoción que me va produciendo cada vez que la veo ahora. Digo bien. Digo la veo con sentido. Quizá fue la primera vez que la vi, la vez que la entendí porque presté la atención debida. Era, supongo que como tantos otros espectadores, la escena del coche, cuando en Átame Victoria Abril, Antonio Banderas, y Loles León, cantaban entre lágrimas la canción, que en ese momento se escuchaba en la radio. Pedro Almóvar dio en una diana tan simple como poderosa porque usó el material sensible de la emoción con un tacto exquisito. La canción volvió a ponerse en órbita. Hasta hoy. Resistiré, erguido frente a todos, me volveré de hierro para endurecer la piel, y aunque los vientos de la vida soplen fuertes, soy como el junco que se dobla, pero siempre sigue en pie…

      La última vez que la vi fue en una de las escenas cumbre de Bienvenidos al Lolita, la serie de Globomedia que estrenó el martes Antena 3 con atronador éxito de audiencia. Hay de volver a decirlo, Antena 3 está que se sale. Su puesta por la ficción española es un hecho, y además recompensado por el público, consiguiendo doblegar poco a poco la enfermiza y anquilosada programación de Telecinco. En el Lolita, cabaret que la crisis tumbó pero pelean por él –por eso cantaron y bailaron un excelente Resistiré- vemos a grandes como Luis Varela, Beatriz Carvajal, o Carlos Santos. ¿Tópico? Pues sí, pero funciona. Como la serie, que no para el mundo el día de emisión pero tampoco es una carraca. Y también funciona. Hay mil tramas, se enseña mucha carne fresca, y nadie lo hace tan mal como para escopetearlo. Resistirán.

Una de las escenas más potentes de la serie, la de la cena. Iba a ser una reunión más o menos anodina y se convirtió en un estallido, en un homenaje cinematográfico a tantas y tantas obras maestras en las que "la cena" es la excusa para poner a punto los afectos, los reproches, las envidias, los amores, o las traiciones, como la cena última de Leonardo Da Vinci, de la que todos han copiado. Hay momentos en esta cena de Bienvenidos al Lolita que alcanza cotas de alta carga emocional. 



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