A
pañal puesto, pipí hecho
(Columna publicada el domingo, 8 de setiembre, en diarios de Editorial Prensa Ibérica)
Menos mal que trabajo en casa y no tengo al jefe pegado al cogote
para ver si voy una o cinco veces a mear. Otro jefe de una empresa con capital
coreano que trabaja en Honduras para exportar sus productos a EEUU, ha pasado a
la acción y ha elevado la expulsión de aguas menores a la categoría de poema
trágico con tintes de ópera bufa. El hijo de su puta madre obliga a sus
empleados a ponerse pañales al llegar al tajo para no tener que levantarse en
busca del retrete y, por consiguiente, perder unos maravillosos minutos de
trabajo. Con los pañales absorbentes no hay problema. Te puedes mear encima las
veces que quieras. Creo incluso que si la cosa viene apretada, el apósito
soporta como un jabato una descarga de mierda inesperada. Y sin moverte de la
mesa, de tu puesto en la cadena de montaje, de tu posición sonriente como
cajera, de tu condición de esclavo moderno conseguida con un par de leyes como
escopetazos al aire para dar miedo en las madrugadas desveladas por la
necesidad y el frigorífico vacío, por Gobiernos que actúan al dictado de los de
arriba. Yo no llevo pañales, pero jamás diré jamás. Ante la atroz imagen de una
nevera vacía uno no sabe qué puede hacer. No quiero pensar que el regreso este
domingo de Cuarto Mileno se deba a
problemas con la nevera llena o vacía de sus dueños, los presentadores del
festival del humor que se toman más en serio que una cagarruta de cabra en el
competitivo mundo del abono. En realidad, de la pareja Íker Jiménez y Carmen Porter,
lo que me importa es saber si acuden a buscar fantasmas con el pañal puesto de
casa o se lo van poniendo según avanzan los misterios, los casos tenebrosos,
las risitas escuchadas del más allá con el descojone general del más acá, anda
Íker, hola, o ke ase, ¿llevas pañal, o ke ase?
Caca
y mala hostia
Seguro que algún día nos desvelarán ese misterio. Pero donde
apenas lo hay porque vuela de espectador a espectador como certeza, es que los
pañales se apilan en la sala de maquillaje de Sálvame como los litros de potingue tapa arrugas con que sus
trabajadores se maquean. La cosa del maquillaje es tan llamativa que fuera de
ese microambiente son irreconocibles. ¿Han visto hace apenas unas semanas a Karmele Marchante tostándose bajo el
sol del campamento? Lo de menos es que tomara el sol con la pechuga al aire. Lo
de más es que no llevara maquillaje. A Cristina
Tárrega también la han pillado sin el polvo echado y no hay dios que la
reconozca. A estas señoras –lo siento,
siempre son señoras- les importa poco que las saquen con las tetas colgando del
precipicio de los años, pero que las saquen sin maquillar es una afrenta, del
mismo modo que sería tan cómico como improbable que los romeros se dieran
hostias por tocar el esqueleto de madera, tipo tonel, de algunas vírgenes en
cueros, sin los sayos bordados en plata y oro. Volvamos a los pañales. ¿A que
se han preguntado alguna vez cómo aguantan las muñecas de Sálvame tantas horas en directo sin salir de la cuadra, y si salen
es para dramatizar algún enfado, para enfatizar, guión en mano, algún
rifirrafe, y por supuesto seguidas con una cámara pegada al hombro? Pues claro
que sí, porque llevan pañales para mearse encima. Esa cadena de montaje es de
alta precisión, y en cuanto alguien la abandona, el resto se resiente, así que
nadie la abandona. ¿Jorge Javier Vázquez?
El primero. Cuando le enchufen planos generales, fíjense en el culo. Gordo,
alicaído, fofo, o sea, el culo de alguien con el dodotis hasta el filo de
mierda. En verano ha estado al frente de la factoría Paz Padilla, que sí, que está delgadita la señora, que sí, que no
hay maquillaje que arregle lo suyo, y sus compañeras dicen que lo suyo es una
mala hostia del carajo, pero que lleva los dodotis a pares para que no le bose
la porquería es una convicción a la que no estoy dispuesto a renegar por nada
del mundo.
Del
chichi al ano
El doctor Julio Zarco
le dice a las señoras que sean limpitas, que no descuiden su higiene, y que
para limpiarse lo hagan como sigue, del chichi para atrás, porque si lo haces
al revés, del ano para el chichi, error, error, error, porque con la manita te
llevas los gérmenes, los bichos, los mil millones de bacterias que se meterán
por la uretra, tan cortita en la mujer, tan expuesta y delicada, y ve tú a
saber a dónde llegarán. El doctor Julio Zarco es el nuevo doctor de Las mañanas de La 1, el nuevo doctor de
la inefable Mariló Montero. Inefable
es lo que no se puede explicar con palabras. Así que vuelvo atrás y me
reafirmo. A Mariló habría que explicarla no con palabras sino con otra cosa,
que me callo. Pues no que el primer día de programa, a la vuelta de vacaciones,
ya le echó una bronca a una espectadora porque “tiene que atender a lo que le
estoy diciendo, que ha soltado su discurso, y ahora queremos contestarle”, todo
eso poniendo caras de estar harta de bregar con gente necia. Seguro que Mariló
lleva también pañales, pero no porque jefe alguno la obligue sino porque su
vanidad la empuja a no perderse ni un solo plano. Y ya se sabe, picha o chichi
que sale a mear, plano que pierde. Con el pañal bien apretado, lo puede llevar
“to palante”, es decir, todas las secciones, que quedarían así, “Mariló es
Vivir”, “Mariló Brilla”, “Cocina con Mariló”, “Mariló Meteoróloga”, “Mariló es
Moda”, “Mariló Reportera”, “Mariló Policía”. Se pone su pañal mañanero, y hala,
quién dice que se está meando encima mientras camina por el kilométrico plató.
Qué pena que tan larguísimo programa, cargado hasta el sobaco de sucesos, y con
su presentadora emboñigada por la causa, haga tan poca audiencia, dando paso a
la “Mariló Cabreada”. Estoy convencido de que la señora aportará mucha madera
esta temporada a la chimenea de esta columna. Y para terminar, una pregunta
tonta. ¿Julio Somoano, el Urdaci de Rajoy, lleva pañal, o se lo hace todo encima para que nadie se
acerque a él a pedirle cuentas por sus fechorías, la última en La 2 Noticias?
La
guinda
Toros no
TVE
se salta muchas cosas. Pongamos dos ejemplos. Como patrocinio cultural endilga
una retahíla de publicidad que cada día va a más. Y ahora, pasándose la ley
audiovisual por el estoque, llenan de sangre y violencia el horario de
protección infantil emitiendo a las 7 de la tarde -1de setiembre- una corrida
de toros. Ganaderos, empresarios, y toreros, con Talavante al frente, han cedido sus derechos. TVE, su vergüenza.
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