La
barraca
(Columna publicada el martes, 17 de setiembre, en diarios de EPI)
Aunque tengo en la agenda algunos programas que atender, del mismo
modo que en los hospitales, que es muchísimo más grave, tienen sus listas de
espera para, muchas veces, algo que no tiene espera, uno ha decidido establecer
su lista de espera en sus pareceres sobre este u otro programa. Si a Ana Mato y a los presidentes
autonómicos les da igual algo tan serio como una operación de cataratas o el
implante de una prótesis de cadera, imagínense la importancia comparada que
pueda tener que Emma García
estrenara hace dos sábados Abre los ojos
y mira, y hasta hoy los míos hayan estado tan ciegos como el enfermo de
cataratas. La vi la otra noche. La señora tiene tablas. Lo mismo maneja los
borregos hormonados del esperpento Mujeres
y hombres y viceversa, que lidia a espabilados tertulianos –Rahola, Sardá- que conocen las reglas de la farsa.
Se fue El gran debate de
Telecinco, y todo el mundo creyó que la política se iba de las noches sabatinas
de la cadena. Y así es. Es verdad que Sardá, Rahola, y Expósito se acaloraron junto a otros tres colegas de postura –sí,
sí y no, y no- hablando de Cataluña y su ardor independiente. Pero esa
guerrita, ideal para la enconada polémica, encajada detrás de una entrevista a David Bisbal para promocionar La Voz –anoche, de nuevo con Malú y con Rosarillo, ese monstruo monstruoso y olé, ay, purita energía-,
soldaba fatal. Luego, para que no faltara de ná, llegó el concurso de gordos.
Como lo oyen. En las camisetas, estampados como la estrella a los judíos, los
kilos de la vergüenza, un auténtico sambenito para el escarnio. Seguiré con los
ojos cerrados. Cuánta porquería.
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