Desde
el trullo sin amor
(Columna publicada el domingo, 22 de setiembre, de 2013, en diarios de EPI)
Un héroe, Luis Bárcenas
tiene todas las papeletas para ser un héroe. No lo digo yo, que al no tener
pase para Soto del Real apenas me llegan noticias contrastadas del interior. La
única opción, como hizo La Sexta, era acercar una cámara a la salida de la
prisión y meterle un micrófono a unos que salían del talego y ver si conocían
al delincuente –yo creo que ya se puede llamar así porque hasta sus íntimos
amigos del PP así lo llaman, negando, incluso más de tres veces, como Pedro, su
relación con él-. Y lo conocían. Y muy bien. Uno de los quinquis hasta se
emocionó hablando del colega. Un caballero, decía, es un caballero, y buena
persona, gesticulaba llevándose los dedos en piña a la boca para besarlos con
un chasquido que recordó a los besos de pueblo que Almodóvar llevó a una de sus historias. De la bolsa, uno de ellos
sacó un pantaloncito corto que le había regalado el “caballero”, pantaloncito
que Bárcenas llevó a la cárcel no para uso personal –veinte tallas menor que la
suya- sino para regalías, es decir, para empezar la conquista del trullo desde
el primer segundo. Esta pieza la recuperó hace unos días el programa que narra Gloria Serra, Equipo de investigación, que dedicó la emisión a la estancia del
famoso enchironado analizada por expertos en la materia. Todos lo tienen claro.
Bárcenas tiene todas las papeletas para ser el jefe, el guía, el modelo, el
quinqui ejemplar, coño, el Puto Amo, término no sólo afortunado sino con trazas
de científica realidad. Se forró sin pegar un tiro, sin mancharse de grasa o
sangre los guantes blancos con que imaginamos a esta calaña, y quien maneja
guita en la cárcel, así sea el demonio o un dios de cinco cabezas, es el amo,
el Puto Amo. Como lo fueron el tragaldabas Juan
Guerra, un caballero, también decían de él, o Mario Conde, aflautado y altivo ladronzuelo de despacho que sabía
camelarse, paternal, con natural superioridad, cagando billetes según interés,
a los chorizos de celda.
El
tío del puro
La Sexta ha ido más lejos, y esta misma semana ha metido cámara
interpuesta en Soto del Real. Las imágenes del menda se grabaron con un
artilugio pequeño que recogió distintas escenas de la vida del caballero
Bárcenas en la cárcel, cosa que a su abogado, Gómez de Liaño, supongo que con razón, no le ha gustado nada y pide
explicaciones a quien corresponda. El Puto Amo está que se sale. Se sienta con
la suelta elegancia del corre mundos cruzando con elegante despreocupación los
pies, mira al frente con la barbilla un poco levantada aunque sin llegar a ser
altiva o retadora, mira un dominio que aún no le pertenece, pero quizá barrunte
cómo ir metiendo por vereda, fuma un puro con satisfecha placidez, y en otros
planos robados lo vemos echándose unas cartas como uno más, e incluso lo vemos
en su conocida aplicación de tiquismiquis remilgado anotando cosas en un
cuaderno infantil, tan queridos por don Luis, tan amargos para sus amiguitos
renegones. Las imágenes de La Sexta han dado la vuelta a las redacciones y han
sido portada de algunos medios, imágenes que además de lo obvio, mostrar algo
parecido al día a día de este preso español que se pasea por el patio
carcelario con un polo verde limón, también nos han enseñado que sí, que es una
jodienda que te metan entre barrotes y tapias de doble ancho coronadas con
alambres de púas afiladas, pero peor sería que te hubiera tocado la breva en
una cárcel de Suramérica. Lo digo porque cada semana sube el grado de horror
viendo el recorrido que hacen por 30 cárceles de distintos países Jalís de la Serna y Alejandra Andrade –buenos ovarios y
sangre fría maneja esta señora- también para La Sexta, buscando Encarcelados españoles en instalaciones
que hasta las ratas, tan laxas con la calidad nutricional –parecida a la
laxitud que algunos fieles muestran con algunos excrementos servidos como cena
o merienda en Telecinco-, pondrían pegas para vivir en esos mundos infames.
Alejandra Andrade camina entre reclusos, al parecer poco amables, de una de las prisiones visitadas en distintos países de Suramérica buscando españoles Encarcelados. |
Mariló,
otra vez
Celdas alquiladas o en propiedad, o te compras la comida o te
comes una mierda, o pagas tu seguridad y tus medicinas o eres una piltrafa
muerta en manos de las mafias internas, o te avienes a esas normas marcadas por
las leyes del hampa o no hay nadie, guardián, policía, o juez, que te ampare en
tu tremenda indefensión. Cucarachas, aire viciado, aguas fecales, mercadillos
internos, violaciones, extorsiones, cubículos que no servirían ni para una camada
de lobos, un mundo dejado de la mano de los estados en manos de la ponzoña
humana, capaz, como cualquier carroñero, de sacar las asaduras tibias de sus
víctimas. Encarcelados es un programa
durísimo y valiente que debería de sacar los colores a países como Bolivia,
Brasil, Colombia, Costa Rica, o El Salvador. Toda cárcel es un infierno, pero en
aquéllas la condena es una condena con saña y mala leche en donde la pena debería
de redimirse a velocidad de cohete. Los españoles con los que van hablando los
reporteros de Encarcelados han
tenido, la mayoría, problemas con el tráfico de drogas. Pero da igual el
delito. Para las mafias de esas cárceles, ser español es sinónimo de dinero, o
sea, de extorsión. A mí, como espectador, igual que al abogado de Bárcenas ver
a su cliente como un mono de feria de programa en programa, me molestó ver a
esos presos en ese desamparo institucional, abandonados a su suerte, sin las
más mínimas garantías sanitarias, alimenticias, y de seguridad. La única razón
que justificaría esa obscena exhibición no sólo es la denuncia, implícita en el
documento visual, sino la acusación directa a nuestras embajadas y, cómo no, a
las autoridades de esos países que permiten semejante atropello. Claro que,
preguntada mi prima la lista, Mariló
Montero, por la situación de estos compatriotas, seguro que la ve, como ve
la fiesta del Toro de la Vega, ma-ra-vi-llo-sa. Pero si ni siquiera les lancean
en el trullo, leche, diría la filósofa de Las
mañanas de La 1. Bien, gritaría Carlos
Herrera, su ex, viva la libertad de expresión.
La
guinda
¿Revolución?
Es
un mundo sin ordenadores, teléfonos, coches, gobiernos, energía eléctrica. Es
el post apocalipsis que nos retrata Revolution,
la serie que estrenó La Sexta esta semana con éxito. Es la última invención del
renombrado productor JJ Abrams. La
vi sin fervor y con la sensación de haber visto mil veces la propuesta,
salvación del mundo incluida, y por supuesto con sus bandos, los buenos y los
malos. Pero se puede ver.
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