Obedientes
(Columna publicada el martes, 24 de setiembre, en diarios de Editorial Prensa Ibérica)
Somos dóciles con la autoridad. Y no pensemos en el policía, el
juez, el Jefe del Estado, en cargos rimbombantes que nos puedan abducir y
terminemos haciendo, sin pensar, lo que esa autoridad nos mande. En la pasada
emisión –sábados, La 2, o en la web rtve.es- de La noche temática vimos un documental francés que pone los pelos de
punta, El juego de la muerte. 80
personas se presentaron al programa piloto de un concurso de televisión, pero
en realidad estaban participando en un experimento basado en otro que el
sicólogo Stanley Milgram realizó en
la década del 60 en la universidad de Yale. En el de la tele, la autoridad es
una conocida presentadora que ordena al concursante a realizar descargas
eléctricas, cada vez más fuertes, a alguien por equivocar la respuesta a una
pregunta hecha. En realidad nadie sufre, es un actor el que implora clemencia.
Pero el concursante no lo sabe, sólo sabe que conforme sube la
descarga el dolor es insoportable. Pero la presentadora, la autoridad, le
conmina a continuar por encima de sus reparos. La angustia y el verte reflejado
en ese espejo te desasosiegan porque te preguntas qué harías tú. De los 80
participantes tan sólo un reducidísimo y vergonzante tanto por ciento se
planta, se enfrenta a la autoridad, y le dice que no sigue, que no soporta la
situación, que no puede seguir escuchando los gritos desgarradores y la llamada
de clemencia de “la víctima”. El documental, de Christophe Nick, se pregunta por el poder de la tele –lo dijo la
tele, lo vi en la tele-, y si llegará el día en que aceptemos traspasar líneas
que jamás habíamos imaginado. Vean el documental. Y decidan.
Aquí tienes el enlace. Por si quieres echarle un vistazo
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