domingo, 25 de agosto de 2013

Maldeojos. Tócame



Tócame
 (Columna publicada el jueves, 22 de agosto, en periódicos de Editorial Prensa Ibérica)
      
      De Frágiles, uno de los personajes que más me gusta es el que interpreta Ruth Núñez. Es tan rara, tiene un mundo interior tan complejo, y tan simple, que es la más atractiva. Al fisioterapeuta Santi Millán le pregunta, sin apenas pasión, o con la máxima pasión que es capaz de demostrar, si la va a enseñar a que la toque la gente, porque ese es uno de los problemas de su personaje, que no soporta que nadie la toque. En cuanto alguien la toca se eriza como un gato, se aparta como una exhalación, se trastorna y sufre. Por supuesto, nunca ha besado a nadie, y tiene dificultades para entender una broma. Está incapacitada para la ironía, ni propia ni ajena. Cada vez que aparece en la serie, la serie se ilumina. Creo que es cosa personal. Lo pienso bien, con distancia, y hasta puede que sea un personaje estrambótico, pero me gusta cómo lo ha creado la actriz.

      Uno se cree, o no, las cosas que salen en la pantalla. Otras veces, aunque no acabes de creerte lo que ves, te gusta. Y otras, aunque te lo creas, no te gusta. Me pasa con Santi Millán. No está mal en su personaje, pero hay algo en él que hace que vea al actor, al hombre que se gana la vida en otros platós con su humor chulito, y no a su personaje. A Frágiles, en esta segunda temporada, se ha incorporado Ginés García Millán, un hombre de teatro, un excelente actor al que hemos visto en series bordando unos personajes oscuros, ambiciosos y capaces de casi todo. En la serie de Telecinco cambia de registro, y del drama lo han pasado a la comedia. Yo estoy convencido de que maneja las claves de esta dificultad, de las más grandes, pero aquí está mal dirigido. Y resulta paródico. Me quedo con las cosas de Ruth Núñez, que está espléndida. 

 
Es Santi Millán, al que como actor no consigo creerme porque lo veo, siempre, como el sobrado chuleta que acude a El intermedio y otras hormigueras para... bueno, no sé para qué. Así que en Frágiles, sin estar mal, tampoco está bien.


Es Ruth Núñez. Desde que hizo Yo soy Bea -como Betty, la fea- me enamoró. Ahora, en Frágiles, hace un personaje, Lola, que quizá resulte exagerado, tontito, pero a mí me sigue gustando. Es más, es de lo mejorcito de una serie que no está nada mal. La putada, la gran putada, es que al emitirse en Telecirco su audiencia natural pasa del caramelito porque, como sabemos, la mayoría de sus espectadores quiere carne, pero por favor, nada de primera calidad, quiere carne con su puntito de descomposición, vamos, que huela a podrida.




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