El
inframundo
(Columna publicada el domingo, 11 de agosto, en periódicos de Editorial Prensa Ibérica)
Hola, amigos, dice colgado
como una mona de un arbusto que parece salir de la pared de roca de un
precipicio Jesús Calleja, bienvenidos a Desafío en el abismo, una experiencia radical en la que 10 jóvenes,
sin ningún tipo de preparación, descenderán a las profundidades del inframundo.
Vuelvo a repetirlo. Quien habla es el aventurero Jesús Calleja, el de
los picos del Himalaya, los tornados de Oklahoma, o los desiertos más desiertos
de donde quiera que haya desiertos extremos. No confundir con Íker Jiménez,
el aventurero de Cuatro que también habla de las profundidades oscuras del
inframundo. Después de esa entradilla del programa de Cuatro, sigue la cabecera
con imágenes de chicos y chicas tirándose, resbalándose, lanzándose, o algo
así, pero en plan muy, muy extremo, de un helicóptero hasta las aguas de un
lago.
Seguro que allí abajo está
el inframundo. Lo que pasa es que estas exageraciones de afán dramático fueron
vapuleadas, es decir, ridiculizadas, desde la comicidad porque enseguida
recordamos a las morsas de Supervivientes,
sea Juan el Golosina, sea Rosa Benito, hacer lo mismo para llegar
al inframundo de la isla donde comían cáscaras de almejas o raspas hervidas de
pescado. Jesús Calleja sigue a su rollo y dice que los concursantes, porque Desafío en el abismo es un concurso,
vivirán una aventura por los lugares más inaccesibles de Méjico y Guatemala que
les sumergirá en el apasionante mundo maya. Me quedan apenas unas líneas, y aún
no ha terminado el presentador su cantinela de acojonante presentación con
miedos, riesgo, peligro, esfuerzo… antes de bajar a la oquedad, a las aguas del
inframundo. Pues nada, a disfrutarlo. Pesado.
Un momento del programa, que no pierde ocasión para resaltar tensiones, problemas, peligros, y situaciones extremas que son sólo exageraciones de postproducción. |
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