Repeticiones
(Columna publicada el domingo, 4 de agosto, en periódicos de Editorial Prensa Ibérica)
Ya no tenemos Verano azul,
pero tenemos Abuela de verano. Otro
verano. Esta abuela tan rara es Rosa
María Sardá. ¿Qué es de Rosa María Sardá? Es domingo, y después de una
deliciosa entrega de Al filo de lo imposible,
irrumpe sin cuento esta serie que jamás alcanzó la gloria. Tenía gracia, pero
no la seguí. La gran Rosa María es en la serie una escritora que vive sola,
pero la mujer tiene cinco hijos, y lo peor para sus planes de retiro, doce
nietos de todas las edades, desde mocosos a adolescentes. Qué dolor. Verlos y
escucharlos. La trama está montada de forma que interese a grandes y pequeños,
a hombres y mujeres, a casados y solteros. ¿Interesa? Tal vez la novela de Rosa Regás sobre la que está basado el
guión tenga su chispa –no la he leído-, pero contada en imágenes, como que no.
Repetirla tampoco ayuda mucho. Es más, acentúa los fallos.
Pero el verano no sólo nos trae repeticiones de series con polvo,
simbólico y real, sino de documentales. A los de La 2, que es donde se ve la
serie de doña Rosa, se les va la olla. O no es la misma persona la que se
encarga de la selección. Lo digo porque no puede ser que en la misma semana, la
misma persona no se dé cuenta de que la historia del pez martillo, ese escualo
horrible con un morro más grande que el de algunos políticos, la programe a la
misma hora como si jamás la hubiesen emitido. De la serie de la abuela y sus
relaciones familiares puedes darte cuenta de cosas nuevas porque de año en año
algo se olvida, pero con el documental de marras es imposible si lo repiten con
tres días de diferencia. Es un documental muy interesante, cierto, pero cuando
sabes que vas a ver al tiburón zampándose a un pez manta, la sangre no impacta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario