Quesejodan
(Columna publicada el domingo, 25 de agosto, en diarios de Editorial Prensa Ibérica)
Hay que volver a la mítica Andrea
Fabra, la diputada del PP que pasará a la historia del parlamentarismo no
por su aportación a la democracia ni por sus iniciativas para que esta sociedad
descuelgue de sus tetas generosas a gentuza como Andrea Fabra sino por su arte
de palmera cuando habla el jefe, aunque al jefe se le vaya la olla y hable de
lo bien que estarán los parados aunque para ellos sólo tenga navajas afiladas
con que cortar sus sucios cuellos. Que se jodan, dijo entre palmas la
peliteñida desde su asiento. Como recordarán, pasó a la historia. De la
villanía. La frase es muy popular, así que
ni siquiera la dama de Castellón, hija del Hombre de la Suerte, don Corleone Fabra, podrá cobrar derechos
de autora. Que se joda. Dejémonos de historia. Pasemos a la actualidad.
¿Conocen aquél que va de plató en plató soltando estupideces, y
presentado en rótulos como director de La Razón, en un ejercicio de descojone
rampante porque es imposible dirigir un periódico sin salir de las teles, de
todas, y a todas horas? Hablo, como usted ya ha sabido, del gran mártir Paco Marhuenda. Pobre. Seguro que las
portadas las hace como le sale del bolo, es decir, a golpe de chascarrillo a
través del móvil. Hay quien las almacena como ejemplo de revista de humor.
Marhuenda no tiene otra misión en la vida que salvar el culo del PP y de Rajoy, y aunque ambos apesten como el
de las monas, para el sirviente periodista sólo serán perfumes poco usuales. Esta
semana ha soltado su “quesejodan” a los egipcios. Estoy convencido de que lo ha
dicho sin pensarlo. Seguro que, con tanto estrés, pensaba que el reportaje de Espejo público hablaba de la oposición.
Pobre hombre.
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