Efecto dedal
(Artículo publicado el jueves, 15 de febrero, en diarios de EPI PRESS)
Uno de los
primeros efectos que me causó el breve consumo de Maestros de la costura el lunes pasado en La 1 es que me interesa
cero patatero la propuesta como producto de televisión, algo que ya intuía y
sólo tuve que confirmar. Conozco a diseñadores, a gente que dibuja, hace
patrones, elige telas en mercadillos, que se tira meses sacando a flote una
colección antes de presentarla y no arma los numeritos de estrella histérica
que vi la noche del estreno en el jurado del programa. Me resultó desagradable
el dios de cuyo taller salen trapitos que visten la desnudez de la reina Letizia Ortiz, así que no tengo
necesidad desde mi casa de aguantar a Lorenzo
Caprile, por nadie pase. Y tampoco he de ver como normal la cara de acelga,
enfurruñada con todos, hablando como quien dictamina sobre la vida y la muerte,
de María Escoté, que no, mujer, que
no.
Pero el efecto
de este MarsterChef de la aguja y el
dedal –misma productora, misma dinámica, mismo ambiente cuartelero, idéntico
esquema- va más allá de los gustos de quien escribe o del espectador anónimo.
La primera batalla en audiencia la ganó este concurso, que ha supuesto un
pequeño terremoto –creo que no sé si durará, la verdad- en la competencia.
Telecinco actuó con canguelo retirando Mi
casa es la tuya del lunes para llevársela a otro día de la semana. Y puso
en su lugar Got talent, la gallinita
que, tanto y tanto se usa, tal vez deje de poner huevos. No dio resultado. Ganó
la aguja y el dedal. Las cucamonas entre bambalinas de Santi Millán, y los agarres forzados entre el jurado del “talent
show” ni siquiera alcanzó los dos millones. La parte más divertida es que
Telecinco ha empezado a mirar de reojo a TVE, que triunfa con lo inane.programa
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