Coser,
cantar, y cocinar
(Artículo publicado el domingo, 11 de febrero, en diarios del grupo EPI PRESS)
Pues sí, lo
recuerdo, lo recuerdo como si fuera ayer. Recuerdo a las vecinas de mi calle
formar un grupo con sus bastidores, sus calcetines y bajeras para zurcir, echar
la tarde en aquel callejón sombreado, o en el corral de alguna bajo la higuera
y la parra, mientras la historia de amor y lágrimas de la radio ponía el punto
de tensión en el melodrama que podías seguir echándote a andar calle abajo
porque aquellas voces, aquellos gimoteos, y el timbre del narrador hacía unas
audiencias planetarias. Todo el mundo escuchaba la radionovela. Y como las
mujeres no han nacido para estarse quietas escuchaban la radio y cosían. Por
entonces nadie sabía que existía una profesión llamada diseñador de moda, y
como mucho, se hablaba de maniquíes, señoritas como juncos que a veces salían
en las revistas que nunca llegaban al pueblo. Sobre esto recuerdo –estoy como Lolita, jurada de Tu cara me suena, que al ser “tan vieja” siempre tiene batallitas
que contar- que me dijo Pilar Bardem
para el libro que me encargó la Primavera Cinematográfica de Lorca –Pilar
Bardem, el compromiso de la coherencia, Universidad de Murcia, 2002- que antes
que puta –hizo todas las del cine español- fue maniquí, y por casualidad. Para
desfilar –en aquellos años no se desfilaba, se pasaba ropa en casas a las que
iban señoras ricas- le dieron un consejo. Tú muy seria y con cara de asco
mirando a la gorda sentada frente a ti como si pensaras, tiene dinero para
comprarse el vestido que llevo puesto y yo no, pero yo tengo el tipo y ella no.
Y es verdad, me decía Pilar una tarde de risas en la casa madrileña de su
representante, José Marzilli, si te
fijas en las maniquíes todas llevan cara de un asco insoportable. Algo así, si
no asco sí imprimiendo una marcialidad chusquera, es lo que siento cuando
escucho el juicio de un jurado de Maestros
de la costura, que llega a TVE como la versión de un MasterChef que ha cambiado la sal y la pimienta, el fogón y las
esferificacciones, y las espumas y humos, por la seda, el tergal, y los
patrones. Todo muy dramático, de mucho hipido y moco.
Sargentos
chusqueros
No entiendo esos
dramones, esos jurados con cara de acelga que gritan al aprendiz de costurero
que lo que han hecho no tiene ni pies ni cabeza con la idéntica mala hostia que
riñe a los aspirantes a chef el jurado Jordi
Cruz, un muñeco diabólico, una especie de gremlin que pone firme a la niña
y al niño, al famoso y al que no lo es. El jurado de este Maestros de la costura está formado por Lorenzo Caprile, costurero áulico que le sirve los trajes a Letizia Ortiz, María Escoté, que le vende su ropita a Miley Cirus, Paula
Echevarría o Bibiana Fernández, y
Alejandro Palomo, al que veo en los
anuncios como creyéndose él mismo que es el niño terrible del mundo dedal, eso
de mucha pose con cara adusta y muchas gotas de vinagre, y por eso parece que
cada mañana se levanta con la necesidad y la promesa de epatar. Un repelente,
que San Tergal me perdone si me equivoco, que seguro me equivocaré porque el
programa empieza el lunes y ya me he olvidado de él. Aun así, aunque sólo sea
por su presentadora, la eficaz Raquel
Sánchez Silva, lo veré un poco. Resumamos. TVE clausuró hace unas semanas MasterChef, fábrica de cocineros, el
lunes pasado Operación Triunfo,
fábrica de, bueno, fábrica de voces para el cadalso de la música, y ahora abre
los talleres de Maestros de la costura,
con doce aspirantes que se moverán por el plató haciendo patrones, diseñando
ropa de alta costura y de ropa diaria, con todo tipo de tejidos y dejando muestras
de su talento, que seguro que lo tienen. Toñi
Prieto, directora de este tipo de formatos en La 1, lo tiene claro. En
entretenimiento, ha dicho, estamos que nos salimos. La idea de ver la parte de
atrás de esta industria quizá no sea tan descabellada, siempre que el jurado lo
permita y no se resabie dejando claro que sus miembros son sargentos chusqueros
del espectáculo con mucha dirección y guión detrás, con mucha cocina.
Granja
caníbal
El caso del
último Sálvados, Stranger Pigs,
aunque con un guión y una dirección, como siempre, rozando el cielo de lo
cinematográfico, de una belleza formal que contrastó con la porquería de sus
protagonistas, gorrinos de matadero, es distinto. Salvados nos dio una visión de la industria cárnica de este país
sin necesidad de pasarla por el horno, por la sartén, y ni siquiera por las
brasas. Si Maestros de la costura
trata de que la gente entienda qué ocurre antes de ver el monísimo vestido o el
pantalón que te mola en el escaparate de la tienda, este diabólico Salvados nos mostró qué ocurre con la
carne –vale más, se dijo en el reportaje, un cerdo colgado en la cadena de
despiece que un simple trabajador-, antes de verla limpita, envasada, sonrosada
y apetitosa, en el estante del supermercado. Y aterra lo que ocurre. El equipo
entró en una granja murciana y fue como si entraras a la boca del infierno
poblado de monstruos deformados. Su sola visión te ponía los pelos como leznas.
Escuchar al segundón del consejero de Ganadería, en manos de Francisco Jódar, diciendo que su
consejería no es responsable del trato que se les da a los cerdos en algunas
granjas –hacinamiento, hernias, tumores, canibalismo- es de vergüenza. El
programa te hace no ya vegetariano sino vegano al primer segundo. La madre que
parió a Jordi Évole. Por los
torreznos que me como, no te lo perdonaré jamás, Jordi Évole, jamás. No dejamos
las zahúrdas quietas, así que les invito en la que hoza Milagros Jiménez. Tratando Risto
Mejide la “posverdad” en Chéster la
invitada dijo que Javier Sardá le
dio de comer gracias a Crónicas marcianas,
donde se sintió, literal, como una cerda en un corral porque se trataba de ver
quién era más zafio y cruel, y que “jamás haría algo así”. Qué tipa. Mila hace ace
lo mismo en Sálvame desde hace 9
temporadas. Los cerditos murcianos se devoran entre ellos cuando muere alguno,
los de Sálvame lo hacen estando
vivos. Y sin dejar de coser, cantar, y cocinar. O pregonar -¿en serio que Kiko Hernández ha cobrado 13.000 euros
por el pregón de carnaval en Cartagena?-. Ay, señor, llévame pronto.
La guinda
El
cuerpo
Esta semana
estrenó Antena 3 Cuerpo de élite, y
lo hizo con un éxito de audiencia de esos que resuenan por su grandeza, más de
4 millones de espectadores. Casi se come por patas a El accidente, en Telecinco. Lo que no entiendo es la relación entre
el éxito y que uno de sus protagonistas, Octavi
Pujades, lo celebre publicando en Instagram una foto suya desnudo, desnudo
total. ¿Por tener un cuerpo de élite o porque esto va así?
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