Mujeres,
hombres, y lo otro
(Artículo publicado el domingo, 28 de enero, en diarios del grupo EPI PRESS)
Mamá, mamá,
tengo trabajo en Telecinco, le dice el hijo eufórico a su madre. La madre, sin
pestañear, quizá con la taza del café a medio camino, lo mira y le contesta, lo
siento, hijo, haber estudiado. No me negarán que es un retrato perfecto de la
cadena. Recuerdo haber leído lo anterior en una red social, y me la apropié
como un quinqui cualquiera, sí, aunque sea del PP. Me imagino que desde el
miércoles habrán notado que les falta la vida, que el aire no llega al
organismo, que andan como mareados, con menos energía que la audiencia de Dani&Flo, con más desgana que los
propios Florentino Fernández y Dani Martínez, pobres, que siguen
haciendo sus tonterías ante un escenario vacío, un acto de los más heroicos que
se conocen, en fin, que la vida desde el miércoles no tiene sentido porque
cuando van a la tele, le dan al mando, y esperan el regalo, nada, allí no
están. Después de 10 años cogiendo el micrófono como se coge un falo, Emma García y su tienda de casquería ha
desaparecido de Telecinco. Se han limpiado Mujeres
y hombres y viceversa. Es un cadáver patético que se iba pudriendo como
todo lo que caía en el suelo de la Sevilla del siglo XVI donde un magnífico Paco León brilla en mitad de esas
tinieblas en La peste, en Movistar.
Seguro que los fieles de ese formato que resume muy bien a muchos jóvenes que
ni estudian ni trabajan ni tienen curiosidad por casi nada que no sea ellos
mismos, y un sentido de la fama distorsionado y podrido, esa fama vocinglera,
chabacana, ruda, de medio pelo, hormonada y cateta que se fomenta desde Mujeres y hombres y viceversa, seguro que los adictos a semejante estercolero se han
puesto de los nervios porque les quitan el maná que alimenta sus espíritus.
Pero que no cunda el pánico. La basura ni se destruye ni desaparece, se
traslada de cadena, que Mediaset tiene la boca tan ancha como el delirio de Puigdemont, el cinismo de Rajoy, o la falta de escrúpulos de Eduardo Inda. Total, que el desecho, le
cascajo, el derribo y el símbolo de una juventud desorientada se lo lleva Paolo Vasile a Cuatro.
El
PP y Pitingo
Cuatro se está
convirtiendo en un contenedor de chicharrones e higadillos. Mierda que ve,
mierda que quiere. La última adquisición en el mercado de la risión y el
despiporre es Los reyes del barrio,
que llegó a la cadena para completar su debacle, o su triunfo como genuina de
la extravagancia de unos personajes nacidos para esa fama cutre que tan buenas
migas hace con la mediocridad. Cuatro está hasta el culo de chonis y chulos de
gimnasio. Y mucha pluma, más pluma que en un estreno de Norma Duval. Sobre Mujeres y
hombres y viceversa hay que recordar la parodia que hicieron en un afilado Homo zapping poniendo a dos tronistas
–palabra que sólo existe en Telecinco y en ese programa, un término que apunta
al hormonado que, creo, ocupa un sillón desde el que busca a su choni para,
llegado el caso, despelotarse en alguna revista y ganarse unos euros extra-,
pues eso, que en ese Homo zapping
discutían varios tronistas no sobre el color de las bragas sino sobre la
relevancia intelectual y social de la Generación del 27, dónde va a parar, con
respecto a la del 98. Una hostia en toda la jeta de esos burros. Pero no todo
va a ser cosa cutre y bajo fondo. 13 TV, que los obispos llaman ahora Trece, e
Intereconomía, se han convertido en un contenedor de hombres y hombres y mucho
hombres que acuden a rezar, llorar, y a divertirse en esas cadenas amigas de
rabioso centro extremo a contar que ellos de robar y robar, nada de nada. Han
pasado gloriosos señores del PP como Bárcenas,
Álvaro Pérez, el Bigotes, tan
cachondo, o el truculento Francisco
Granados. Estoy contando los minutos que le faltan a Francisco Camps para sentarse de nuevo frente a la estrella de la tele
obispal Antonio Jiménez, que recibe
a imputados, acusados, mentados, señalados o martirizados por corrupción del PP
como se recibe a estrellas del rock. El
cascabel es al periodismo lo que Pitingo es a la música.
Bendita
eléctrica
Es cierto que
también podrían acudir a los brazos amigos de TVE, pero ahí tendrían que
guardar un poco, sólo un poco, las formas. Fíjense cómo está la cosa en la tele
pública que el líder de Podemos Pablo
Iglesias ha dicho que es más importante Operación
triunfo que el Telediario ya que
un programa de entretenimiento como OT recoge
un latir callejero y social que apenas es controlable en el sentido de
censurable. Asegura, y estoy de acuerdo, que la clave de la manipulación no
está en los informativos, por ser evidente, sino en series y programas, y que
cuando Wyoming arranca en La Sexta El intermedio diciendo que “ya conocen
las noticias, ahora les contaremos la verdad”, es así, es verdad, porque desde
el humor se hace un retrato despiadado de una realidad que se puede explicar
mejor que desde un informativo. No sigo mucho, es decir, no sigo las emisiones
de Operación triunfo –cantantes,
cantantas y otros lindos etcéteras- pero sí me llegan sus ecos. Y es verdad que
en esta edición se habla de reivindicaciones de tipo social, de igualdad
sexual, que se hace con desparpajo y que OT
y sus alrededores se convierten en tendencia en las redes –el fotomontaje del
beso entre Rajoy y Franco visto en
los ensayos fue una gamberrada, un puñetazo que no pasó desapercibido-. El día
que pongan un beso entre los reyes eméritos, Juan Carlos y Sofía, lo
petan. ¿Desde cuándo no se lo darán estos separados reales? La última vez que
los sacaron juntos fue en el Telediario
de La 1 en un reportaje de Lorenzo Milá
desde Roma. Seguro que acudieron cada uno por su lado para inaugurar la nueva
iluminación de Santa María la Mayor, pero la tele los saca juntos, como una
pareja feliz. Bendita Endesa, capaz de estos milagros. A ver si la compañía
eléctrica obra el milagro de hacer lo mismo entre Susana Díaz y Pedro Sánchez,
que se encontraron en Sevilla como los tronistas de Mujeres y hombres y otros berzas se encuentran fuera del plató para
que surja el amor o lo otro. En Sevilla surgió lo otro.
La guinda
Encontrado
Ya está, ya
sabemos dónde está Paco Lobatón. Está haciendo de Paco Lobatón en La 1. Nos
preguntábamos más de uno ¿Quién sabe
dónde? estaba el andaluz, y TVE, que está en todo, y de la mano de Silvia
Intxaurrondo, aunque con otro nombre, nos lo ha traído de nuevo a casa
dirigiendo Desaparecidos. Más mono.
Paco ya no se pone delante sino detrás de las cámaras, pero todo Desaparecidos sabe a la década del 90.
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