Periodismo
de acción y tal y tal
(Artículo publicado el domingo, 4 de febrero, en diarios del grupo EPI PRESS)
En las
promociones de La 1 del programa Desaparecidos,
o sea, otro renacimiento del viejo Tutankamón ¿Quién sabe dónde?, Silvia
Intxaurrondo, la presentadora que hila los casos de gente que se diluyó de
la vida de su círculo de amigos y familiares como lo hace un terrón de azúcar,
trata de darle empaque el programa hablando de que se trata de un género con
clase, así que Desaparecidos no es un
programa de sucesos sino uno que lleva en sus genes el auténtico “periodismo de
acción”. Vale, lo que digáis. En este ¿Quién
sabe dónde? del siglo XXI la periodista vasca es la que da la cara todo el
rato, pero papá Francisco Lobatón
está en la sombra, entre los cortinajes del plató por si hay que salir en casos
relevantes, algo así como el animador Santi
Millán en Got talent, que hace
sus cucamonas y deja caer sus comentarios en mitad de la actuación del niño de
goma. Periodismo de acción…. María Casado, ahora que lo pienso, se tira toda
la mañana haciendo periodismo de acción. Lo digo porque desde que le da paso el
niño repelente, de lengua torpedera, tipo ametralladora, el ínclito Sergio Martín –La 1, Los desayunos-, pues eso, que María y su
escudero Fernando de la Guardia arman
un fuego en torno al suceso que te deja con el ánimo por el suelo. Qué
barbaridad. No hay robo que se les escape, violación que no les interese, estafa
que no recojan, conflicto vecinal al que no envíen un despliegue de cámaras y
reporteros para que monten la coreografía con el periodista rodeado de vecinas
adiestradas de forma que, justo cuando le den paso desde el estudio, hala,
ellas empiecen a cantar la consigna aprendida para soltarla ante le tele, volcada en ese
periodismo de acción que a veces no es más que una performance del género
acción periodística, que no es lo mismo. Los reporteros de Andalucía directo son maestros de estas acciones, preparadas con
magisterio por el reportero y director de la performance para que la función
quede redonda. Y se nota.
Barbie
reportera
Un maestro del
periodismo de acción, digo, de la acción periodística, es mi primo, la hiena de
dientes encalados Eduardo Inda, que
acudió hace unos días al programa de la mañana de Ana Rosa Quintana con una corbata amarilla, color que ha hecho suyo
el independentismo catalán, siendo Inda tan contrario a ese delirio. Pero esto
son pipas, cacahuetes para la mona. AR apunta alto, más alto, y sabe manejar
los tiempos y los sebos para crear expectación en su audiencia. Lo suyo es el
periodismo de suspense. El miércoles, desde las 9 de la mañana, estuvo tirando
chinitas “con una de las exclusivas más importante que he dado a lo largo de mi
vida”. Y se descolgó al filo de las 11 con los mensajes entre el finiquitado Carles Puigdemont y su ex consejero Toni Comí, que hay ser tonto, pero
tonto de remate, o no tanto y estar todo previsto, para dejarse pillar
manejando su móvil de pantalla colosal rodeado de periodistas y cámaras.
¿Descuido, o todo está saliendo como estos mártires de la política ficción
habían previsto? Lo cierto es que Ana Rosa, con su periodismo de mesa camilla,
dio el braguetazo, qué tía, consiguiendo subirse al sumario de todos los
programas y de todas las cadenas. Eso sí es tener potra, Barbie reportera -la
exclusiva no es de ella, es de sus enviados a Bruselas-. Del periodismo de
suspense y mesa camilla al de calzón quitado y boca llena, de nalgas oferentes
y labios entornados para succionar más y mejor, que practica el niño premiado
por la Conferencia Episcopal con un ¡Bravo! 2017, el mentado arriba, don Sergio
Martín, que la otra mañana, sin avisar del peligro de muerte periodística,
llevó a Mariano Rajoy a que le
dieran unos lametones muy sentidos en Los
Desayunos. Lo hicieron como era de esperar, con soltura de maestros, con la
seguridad del orfebre que no deja nada al azar. Y de hecho, el amado líder, el
hipnótico Rajoy, el tío que lo sabe todo pero asegura vivir en Babia, el bobo
que hasta su boba ministra Fátima Báñez
ha de corregir por quítame de ahí la desigualdad salarial entre hombres y
mujeres por un mismo trabajo, salió de TVE sin hablar de la caja B del PP ni de
la descomposición y el sálvese quien pueda valenciano que puso en marcha Ricardo Costa. Rajoy va a TVE como las
estrellas, pisando la alfombra roja. Viva el periodismo de cabeceo, el de un
Sergio Martín dócil, sumiso y de cerviz doblada. Eso no es periodismo, eso es
una performance pornográfica. El repipi Sergio es tan mediocre que aunque se
empeñe, y se empeña cada mañana, nunca llegará a la perversa grandeza de Alfredo Urdaci.
Elefantes
voladores
A ver, listos,
vuestro periodismo es nauseabundo, pero hay vilezas y depravaciones que se os
escapan. ¿Sabéis lo que es el periodismo onanista? Se da en Sálvame, como suena. Y lo practica
alguien que jamás pasó por la facultad del ramo. Kiko Hernández, uno de los colaboradores más carismáticos e
impenetrables del teatrillo de Telecinco, y en un alarde de bellaquería y
cachondeo, se hace una entrevista a sí mismo, y seguro que la ha cobrado como
si se hubiera puesto los cables del polígrafo de Conchita. ¿Eres gay?, se pregunta así mismo Kiko. ¿Y tú?, da por
toda respuesta el propio Hernández. Impecable farsa. Maestros loquísimos del
entretenimiento bluf, capaces de hacer de la nada un mundo, han creado un
leguaje propio, una forma de narrar sus extravagancias como no se conocía, y
han sido capaces de implicar a sus seguidores en esa geografía del disparate y
la hipérbole faltona, chabacana y tosca. En Sálvame
han conseguido que la audiencia se crea que los elefantes tienen alas, o
que cuando hablan de investigación, esa audiencia se trague la bola de que
hacen periodismo homologable. Son tan canallas y gamberros que han llamado
histórico, vistiendo como albañiles a Lidia,
Mila, o la Esteban para hacer la obra en el plató, al cambio de unas fotografías
en el decorado. Oiga, oiga, pregunta Lobatón, ¿pero esta página no estaba
dedicada a Desaparecidos? Ejem,
puesss, sí, claro, ya si eso, otro día. Viva el vino.
La guinda
Gloria
y su equipo
Llevan siete
años en La Sexta haciendo Equipo de
investigación. Y lo hacen bien, a
pesar del tonillo de intensidad sobreactuada de la cara conocida, Gloria Serra,
que podría narrar con normalidad, pero no, la señora sube y baja, acelera y
ralentiza, entona como ya no se estila salvo en su estilo histriónico, es verdad,
pero también que el resultado de los reportajes de Equipo de investigación es espuma de calidad.
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