Mierdaset
(Artículo publicado el martes, 6 de setiembre, en diarios de EPI PRESS)
Es verdad, suena
fuerte, es un término grueso, incluso puede molestar a algún lector, lo sé.
Llamar “mierdaset” al emporio mediático Mediaset suena mal, cierto, pero aunque
llegue al límite del buen gusto, les aseguro que la realidad de lo que ese
grupo entiende por entretenimiento supera con creces no sólo el buen gusto sino
que ataca sin fisuras la dignidad y la inteligencia, y hasta la sensibilidad de
los asnos. Que el grupo liderado por Paolo
Vasile no tiene escrúpulos es sabido. Sólo hay que husmear su programación,
aunque tapándose la napia para comprobarlo. Claro que es legítimo apostar por espacios que
apelan a los instintos primarios más que a los de la inteligencia, que
requieren un poquito más de esfuerzo, tanto de quien los emite como de quien
los consume. Pero incluso desde esa premisa tendría que haber una línea roja.
Mediaset es
“mierdaset” cada vez que la traspasa. Y la traspasa con una alegría y énfasis
que a fuerza de costumbre se ha convertido en marca. Escribí aquí hace unos días
la desdichada situación, real o imaginaria, por la que atraviesa, o dice
atravesar, la farsante Aramís Fuster,
aquella señora que movía su cuento por los platós de, sobre todo, Telecinco.
Como miles de españoles, la brujita entró en una crisis económica de
consecuencias dramáticas. Y trabajó como chapera en servicios sexuales
extremos. Un dolor. Se la encontraron en un hotel hecha un guiñapo.
Desorientada, a los pocos días, merodeó por Telecinco. Su desorientación no la
llevó a La 2, fíjate. La recogió el camión de la basura de Sálvame y le ofreció un De
Luxe. El show de la bruja contando su mal fue insultante. La cadena
carroñera, emitiendo el esperpento, coronándose.
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