El terremoto
(Artículo publicado el sábado, 27 de agosto, en diarios de EPI PRESS)
Donde se ponga
un buen terremoto que se quite ese paripé que celebran con profusión de gestos
gruesos PP y Ciudadanos a costa de la corrupción. De acabar con ella en el
planeta mundo el asunto se va quedando en por favor, por favor, la puntita nada
más. Y así, hasta la firma del tocomocho y más allá. Rajoy está dispuesto a todo, a firmar lo que le pongan por delante.
Total, luego “ya veremos”. Y Albert
Rivera, con tal de abrir un telediario más es capaz de cambiar de disco
siete veces en una mañana. Y luego, sin que le tiemble el mono de trabajo,
escenificar el sacrificio con ampulosos gestos de don Juan de barrio caro. ¿A
quién interesa este desparrame veraniego? En el sumario de los magacines de la
mañana ha de ocupar un poquito, claro, y ahí se tiran los expertos un rato con
la monserga descifrando los matices y la cosa. Pero aburren a las bestias.
Donde se ponga
un terremoto que se quite lo demás. Y la fatalidad ha hecho que haya terremoto.
Si usted leyó una columna de hace unas fechas dedicada a la presentadora de La mañana, lo de La 1, es fácil saber
cómo ha calificado el cataclismo la señora Silvia
Jato. Así es, terrorífico. Lo dijo. Juro que lo dijo el miércoles.
Terrorífico. En el resto de cadenas también hubo alarde de conexiones, crónicas
en directo desde el centro de la tragedia, tertulianos que de repente dejaban
de lado sus reflexiones políticas para, oh, convertirse en eminencias
telúricas. Las pantallas se iban llenando de conmovedoras y tiernas imágenes de
rescate de personas y animales, de gente deambulando al borde de las carreteras
cubiertas con mantas, de datos sobre daños, heridos, y muertos, y la bola se
hacía grande y “terrorífica”. El terremoto en Italia ha revitalizado los
sumarios.
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