Top Dance
(Artículo publicado el domingo, 17 de abril, en diarios de EPI PRESS)
El título ya me
pone enfermo. Top Dance. ¿Eso qué
coño es? ¿La parte superior del baile? ¿La cima de la danza? ¿El mejor baile?
Nada, Top dance. Hay que echar mano
del inglés para darle a la mamarrachada el prestigio y el atractivo con que sus
ideólogos intentan adornar este programa, que no deja de ser eso, un programa
de entretenimiento de género trillado, agotado, visto por arriba y por abajo.
Uno más de gente que aspira a ser famosa, quince minutos antes de pasar a olvidos
pesados, dramáticos y certeros. Top Dance
se estrenó hace unas semanas en Antena 3 emitiendo esa fase de elegir a la peña
para darle emoción al triste cotarro. Ahora se avienta como la llegada del
mesías en tutú y se emiten las galas en directo. Oh, emoción. Apenas puedo
sujetar mi corazón, que late vestido con el tanguita para que mis saltos no
dañen la huevera. De ahí al olvido, un par de horas. Me descuajaringo, pero
entero hasta la médula, cuando el presentador, desatado, poniendo la voz como
si anunciara la llegada de la cabra, nos dice que estamos ante el concurso de
baile más exigente, duro y competitivo de la televisión. Al tiempo, el
realizador pincha planos de chicos que se contorsionan, ponen caras de dolor, o
de chicas que hacen piruetas cabeza abajo saltando sobre una mano. El que
presenta es Manel Fuentes, el Jorge Javier Vázquez de Atresmedia. En
su desasosegante alocución recuerda que el concursante tendrá una única
oportunidad para alcanzar la fama porque, oh, no, que no lo diga, por favor,
que no lo diga, la fama cuesta, por dios, lo ha dicho, la fama cuesta. ¿Han
acabado los tópicos? No, acaban de empezar. Sólo uno será el ganador, dice, y
se queda tan a gusto. Luego suelta una falacia. Dice que del concurso saldrá
“el mejor bailarín de país”. No, querido, del concurso saldrá el ganador de Top Dance, que es distinto, amor.
El jurado
He visto algunos
bailes, algunos contorsionistas, algunos mamarrachos, y digamos que emoción,
emoción, esa que te sobrecoge y engurruñe el corazón, como que no. Tengo alma
seca para estas exhibiciones, alma adusta, como el gesto de Mónica Cruz, que se pone intensa porque
ella se toma muy en serio lo de ser jurado de Top Dance. Hablemos del jurado. Además de la hermanísima está Rafael Amargo. Malo. Allá donde esté
este señor tratará de que su ego brinque por la espalda de quien lo rodee hasta
coronarse como la más lista, la más ocurrente y divertida, la que más sabe, la
que más concede, un Pablo Iglesias
de la danza, porque mira que Pablo Iglesias, el mártir, es desprendido, es un
anacoreta, es capaz de conceder y conceder, de quitarse el bocado –de
vicepresidente o ujier de puticlub- y entregárselo a los demás porque él no
quiere glorias terrenales sino dar su vida por nosotros, oh, mesías, échate un
tango y pega la vuelta. Completa el tridente David Bustamante. Es, digamos, el normal. Él tiene la misma idea
que yo de danza, pero él es Bustamante, y cuando hace conciertos lleva algunos
bailarines en su equipo. ¿Cómo se ha quedado, querido lector, querida lectora? Prometo
ante la Carta Magna que una de las razones que se le ocurrió a Manel Fuentes
para contar con el cántabro fue esa, que se toma muy en serio lo del baile
porque en sus conciertos siempre va acompañado de bailarines. Lo dijo la semana
pasada en la mesa redonda “Famosos fuera de onda” que organizó la edición de
primavera del FesTVal en Albacete. Una de las asistentes comentó que no veía
razonable esa presencia porque Bustamante no es bailarín sino cantante. Yo, con
todo respeto y cariño, estuve a punto de saltar. Estúpida, esto es televisión.
Chorizo Top
Por eso el
programa, la forma de presentarlo, la selección de historias y concursantes, el
plano intercalado con las reacciones del público, y las caras de oh, esto es
increíble, del jurado, apuntan al corazón, pero… El baile no es nuestro fuerte
como país. Me apuesto ver cinco días seguidos Sálvame, aunque lo presente Paz
Padilla, a que ni usted, que lee con tranquilidad este artículo, es capaz
de hacer una lista con tres nombres de bailarines españoles. Venga, una lista
con dos. ¿Nada? ¿Ni con uno? ¿A quién se le ocurre hacer un programa de baile?
Aquí puede funcionar echarse unas risas viendo a famosos como patos mareados en
¡Mira quien baila! por si Falete -¿o era Ana Obregón?- acaba por los suelos despatarrado y soltando plumas.
Pero un programa para descubrir al próximo Ángel
Corella, Nacho Duato, Blanca Li o Tamara Rojo –bendito San Internet-es más complicado. Yo que las
cadenas, y según los soponcios que nos regala cada tarde en las Noticias de La
Sexta Cristina Saavedra, señalando
el desagüe de las empresas “fuera de la costa” de Panamá, pondría en marcha un
concurso con nombrados en las offshore, implicados en corrupción, llamados a
declarar, sospechosos de blanqueo, ladrones con pedigrí, aspirantes a vivir del
cuento, y jetas que ya viven de él, y sin piedad, los metía en una jaula tipo
Guadalix de la Sierra donde se premiara la mejor justificación, que no tendría
que ser la verdadera, por la que se robó, esquilmó, defraudó, corrompió,
mintió, o evadió. Estoy deseando saber en qué queda la última pieza cazada al
PP, José Torres Hurtado, el alcalde de Granada, el autor de “las mujeres, cuanto
más desnudas, mejor, más elegantes”, otro campechano de libro, detenido por
presunto chalaneo urbanístico. A ver qué dice, sabiendo que la justicia, lenta
pero implacable, comenzó a mordisquear la puntita de la manta. Las
justificaciones de unos y de otros para hacer esto o lo otro es lo que
valoraría el público en el plató –sólo si un sinvergüenza alcanza al menos el
60% de apoyo, como en Top Dance, el
jurado podría decidir el futuro del quinqui-. Bertín dice que todo lo hizo porque le dio la gana. El dimitido ministro
Soria que todo es un error. Pilar de Borbón que no hay
irregularidades. Rita Barberá que la
financiación irregular del PP es falsa. Y el dios Aznar, callado. A ver, Manel Fuentes, maneja este Chorizo Top.
La guinda
PacoCop
Lo que le
faltaba. A Paco Marhuenda. A Jorge Fernández Díez, ministro que
ejerce de ministro para lo que le sale de la flauta pero está en funciones,
como el resto, si hay que dar explicaciones en el Congreso. Y lo que le faltaba
a los espectadores de este país. Un tertuliano, comisario de policía. De honor,
pero comisario. Las redes sociales, a tope. Me quedo con PacoCop y “si antes
hizo el indio, ahora hace de vaquero”.
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