El poder
(Artículo publicado el sábado, 2 de abril, en diarios de EPI PRESS)
Hace unos días
los programas de crónica pálida nos contaron la crónica del cumpleaños del
premio Nobel de Literatura Mario Vargas
Llosa. Lo hicieron, claro, en clave rosa. Las amigas de Inés Ballester hasta elucubraron sobre
ese amor renacido en la pareja, tanto por parte del octogenario –muy guapo, muy
buena planta, decía Rosa Villacastín-,
como por parte de la ex de Julio
Iglesias, como si la vida les diera otra oportunidad, quizá la última,
aunque con Isabel Preysler, apunto
yo, nunca se sabe. La noticia de ese evento personal adquirió categoría de
noticia de alcance que escaló hasta un cachito de los informativos, y por
supuesto muchos minutos en los magacines. Aún colea la cosa, que se analizó
desde el punto de vista de la frívola banalidad. Los invitados, cerca de 400,
eran saludados por el anfitrión a la puerta del hotel de celebración.
Dicen las
crónicas que había presidentes de Gobierno, ex presidentes, políticos,
artistas, gente del showbisnes, banqueros. Vi a Rajoy, Aznar, González, Rosa Díez, o Rivera, es
decir, la derecha política, con sus ministros y sus cosas. Gente del Íbex.
Ninguno de los 400 invitados tiene problemas para llegar a fin de mes, para
pagar la luz, pero más de cuatro y más de veinte y más de cincuenta de los que
andaban por el Villa Magna de Madrid han trabajado para que millones de
españoles tengan dificultades para llegar a fin de mes y no puedan encender la
calefacción. Nada que objetar a la felicidad que da el amor, nada que objetar a
la celebración personal de tu 80 cumpleaños. Otra cosa es la exhibición del
poder, su descarnada representación, tan pornográfica en lo económico, tan
obscena en lo social.
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