La embajada
(Artículo publicado el martes, 26 de abril, en diarios de EPI PRESS)
Ya he visto La embajada, que estrenó anoche Antena 3
después de promocionarla en sus programas con pequeños avances. Vi La embajada la noche que se pasó en el
teatro Circo de Albacete como colofón de la edición de primavera del FesTVal.
El teatro, lleno. Ni un hueco. Los protagonistas, sobre el escenario. De Belén Rueda a Alicia Borrachero, de Abel
Folk a Maxi Iglesias, entrando
en una madurez espléndida y bella. La productora, Bambú, que tantos buenos
trabajos realiza para la cadena. La
embajada es la embajada española en Bangkok, capital de Tailandia. Un nido
de corruptelas donde la superficie del río tapa la podredumbre que corre a unos
centímetros más abajo. En ella vemos a una espléndida Belén Rueda, esposa del
embajador, y a un espléndido Abel Folk, el embajador.
La historia
arranca con la detención del embajador. Y con el conflicto amoroso que se
establece en los principales personajes, la mayoría tocados por la pulga jodida
de la ambición humana sin medida. El primer capítulo a veces es una exhibición
de tópicos sin sorpresa, incluso hay momentos en que nada de lo que pasa te
resulta atractivo. Pero el trabajo es notable, y apunta maneras. No, no esperen
el brío y la reflexión en torno al poder, la política y la corrupción de House of cards, no va por ahí esta
ficción -¿será un culebrón?-. Pero tampoco es un producto de segunda. Vi el
estreno sentado detrás de un grupito de críticos de televisión que van de
divinos, esos que ríen con ostentación para demostrar su desprecio por lo que
ven. Patéticos. Vean La embajada, por
ahora los lunes, enfrentada a Bertín
–anoche con Agatha Ruiz de la Pava-.
Ya me contarán.
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