Fantasmas
(Artículo publicado el jueves, 21 de enero, en diarios de EPI PRESS)
Te vas unos
días, te retiras de informativos, titulares, dejas de picar en las redes, y
cuando vuelves lo vives todo como si hubiera pasado un siglo. Por eso, cuando
ves a Mariano Rajoy tratando de
articular algo con sentido, común, diría el, te sorprendes no por lo que dice
sino porque siga ahí, como el dinosaurio de Monterroso. ¿Pero no había muerto?, te preguntas de verdad
sorprendido, y no es una pregunta retórica sino lo que sientes cuando lo ves
hablando como si no hubiera existido unas elecciones hace justo un mes. Escucho
a Pedro Sánchez y abro mucho los
ojos porque sigue ahí, enseñando sus dientes con su divina sonrisa, sorteando
las preguntas de los periodistas, y en manos de un cinismo sin complejos como
si no hubiera habido elecciones hace justo un mes.
Te vas unos
días, le das de lado a la pachanga política, y cuando vuelves te encuentras al
personal corriendo por los pasillos del Congreso, y si te descuidas hasta salta
de la pantalla a casa la manada de piojos que ve bullir Celia Villalobos en las rastas ajenas, otra que uno creía como
amortizada y amortajada, pero no, ahí sigue, fantasmal y ordinaria, como si no
hubiera habido elecciones hace justo un mes. Lo curioso, lo que me alarma de
verdad, es que escucho el ruido de “los nuevos” y cuando se mueve Pablo Iglesias sólo veo moverse un
artilugio que suena a música antigua, a carreta conocida. Imagínense en este
ambiente de regüeldos espectrales lo que sentí el martes cuando vi que Mamen Mendizábal sacaba del sarcófago
en Más vale tarde el cardado y la voz
de Rita Barberá farfullando algo.
Querida Mamen, te sugiero, te imploro, que cuando juegues con fantasmas lo
adviertas. La salud de tu audiencia está en juego.
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